“En la oscuridad puedo colgar en las paredes de mi mente lienzos de colores, en la soledad puedo ver quién soy bajo la piel"
Beatriz y los cuerpos celestes

miércoles, 31 de agosto de 2011

Siempre la misma historia

Qué ganas de usar ropa de abrigo, de dormir entre mantas de franela calentitas, de pasar las tardes de lluvia en casa, de tomar chocolate caliente, de dormir en el sofá al calor de la estufa...

 Pero, por otro lado, qué pocas ganas de volver a la rutina, de ver el cielo nublado, de sentir frío a todas horas, de usar paraguas de vez en cuando, de usar botas y pantalones de pana, de ponerse dos jerseys bajo el abrigo, de ver mi piel blanca en el espejo, de desear que pase pronto, que llegue el ansiado verano y las olas vuelvan a saludarme.

Todos los años igual.






sábado, 27 de agosto de 2011

Pequeños momentos

Después de hacer frente a tantos problemas, aprendes a valorar los buenos momentos como si de preciados tesoros se tratara. Disfrutar el momento, olvidar todas las preocupaciones e intentar ser feliz... y lo demás, que espere.


martes, 23 de agosto de 2011

Mi Paraíso


No hace falta ir muy lejos para llegar al Paraíso. Yo he encontrado el mío propio, donde he pasado algunos de los mejores momentos de mi vida, y no lo cambio por nada. 

Las aguas profundas, el terreno pedregoso, el sol poniéndose, varias gaviotas y las risas de unos cuantos niños que juegan en la orilla. La Oreja en el mp4 y los pies cubiertos de arena, el sabor del Nestea bajando por mi garganta y el cuerpo salado. Así, aislada de la urbe y envuelta en la brisa marina, soy feliz.

Libertad

"Si no tienes la libertad interior, ¿qué otra libertad esperas poder tener?"
                                           Arturo Graf

Desvaríos


A veces, la necesidad de escapar nos lleva a cometer actos incoherentes. Yo me conformo con algún que otro momento de felicidad, y que el futuro no me pille desprevenida. Las olas me susurran, me acarician. Unas veces me engañan (son demasiado fantasiosas), otras me animan a seguir. 

Que me dan ganas de escribir cosas extrañas,
eso es lo que me pasa.
Mi cabeza busca las palabras adecuadas,
 y no encuentra nada.
Me aturde esta sensación de desconocimiento,
 de apatía…
 ¿Dónde os escondéis? Sé que estáis ahí…
sé que tan solo no queréis aparecer.
Resurgid de las cenizas, haced acto de presencia.
No os evaporéis por la apatía y el cinismo de todo cuanto os rodea.
 ¡Me hacéis tanta falta!
Mis manos se despojan de lo material
y buscan sin resultado un ápice de lo divino.
Mis gélidos dedos tiemblan sobre el papel,
confusos,  inciertos.
Nada, nada es eterno…
¡Lo eterno no tiene sentido!
Aunque estos pensamientos me hagan perder la cordura
y me atreva a hacer una melodía con mis latidos…
todo es efímero,
todo es frágil cristal con apariencia de acero,
todo es nada
si yo no te escribo.

lunes, 22 de agosto de 2011

Ana

Existen pocos testimonios más escalofriantes y fieles a la realidad que el de Ana Frank. La emoción me embargaba conforme iba leyendo su diario. ¡Su diario! ¿No resulta increíble poder leer una obra tan valiosa que aquella muchacha de 15 años escribió durante su largo cautiverio? La emoción me embargaba al leer cada párrafo, al compartir con la propia Ana sus temores e incertidumbres, sus más íntimos pensamientos, su primer amor, sus deseos...



Ana soñaba con convertirse en una escritora de prestigio. Estoy completamente segura de que si  su vida no hubiera terminado a esa edad tan temprana, hubiera sido una de las mejores escritoras del planeta. Y de hecho, creo que lo logró. La obra que nos legó es mucho más que un simple cuaderno en el que una chiquilla expresaba todo aquello que no podía decir libremente. Es el fiel testimonio de una persona inteligente y luchadora que nunca se rindió  a pesar de las circunstancias tan difíciles en las que se encontraba. Es admirable.

A duras penas intenté contener las lágrimas al leer su última carta, pero mis esfuerzos fueron en vano. No pude contener la emoción al despedirme de ella, me costaba asimilar que alguien tan especial, tan lleno de vida como Ana, hubiera acabado de aquella manera. Tuvo que pagar el precio de la guerra y ser una víctima más de uno de los acontecimientos más aberrantes de la historia de la humanidad  por el simple hecho de pertenecer al pueblo judío.



Ana era noble, sensible e inteligente, pero también despierta y alegre. Ella misma contaba en su diario que muchas veces tenía que enfrentarse a sus dos personalidades: la Ana tranquila y racional, que salía a la luz en sus momentos de soledad, y la Ana alegre y vivaracha que todos conocían. En cualquier caso, demostró fuerza y coraje aún cuando el miedo se apoderaba de ella. Era alguien grande de espíritu, un verdadero ejemplo a seguir.

Ana murió en el campo de concentración de Bergen-Belsen en 1945. Su diario y el recuerdo que ha dejado y dejará para la humanidad jamás morirán.





domingo, 21 de agosto de 2011

Esa democracia que nos vendieron


Debido al panorama tan sumamente caótico que tenemos en España en el plano político, social y económico, no es de extrañar que un grupo (bastante numeroso, por cierto) de ciudadanos se echara a las calles para reivindicar sus derechos y poner la primera piedra para construir una democracia real hace pocos meses. Eran jóvenes en su mayoría, preocupados por su futuro laboral, pero había gente de todas las edades. Practicamente todas las ciudades españolas se sumaron a esta protesta. Las manifestaciones se sucedieron una tras otra, y por primera vez en mucho tiempo, los españoles despertaron de su letargo y comenzaron a luchar por el reconocimiento de sus derechos, derechos que han sido vulnerados en muchos casos debido a la la ceguera de algunos y a la estupidez de muchos. 

Los medios de comunicación dieron una imagen distorsionada de este movimiento. Mostraron un ambiente muy diferente al que realmente existía en la Puerta del Sol y en los puntos más emblemáticos de ciertas ciudades donde los "Indignados" estaban congregados. Muchos llegaron a creer que se trataba de grupos de "hippies-perroflautas" sin oficio ni beneficio, que se reunían para protestar sin más, "infestando" las calles y dando una mala imagen a los paseantes. Y ese, no es ni de lejos el verdadero espíritu del 15-M.



Para alcanzar una democracia real todavía nos queda un camino muy largo por recorrer. En este país hace falta más concienciación social y menos amparo en nuestros gobernantes. Es el pueblo el que debe decidir, el que tiene derecho a proponer un modo de vida justo e igualitario. Veo a señores enriqueciéndose a costa de los demás y a familias en paro, haciendo verdaderos malabares para llegar a final de mes. Esta no es la democracia en la que yo creo, la democracia que yo quisiera para mí y para las futuras generaciones. Esta es una falsa democracia en la que se aplica la ley del más fuerte, en la que no existe ningún tipo de compasión por parte de los altos cargos mientras los más desfavorecidos sufren las consecuencias de su avaricia.


El 15-M no pretende cambiar el mundo, ni mucho menos. Pretende que los ciudadanos tomen parte en la política de este país. Pero que se trate de una política real, no de este teatro en el que se ha convertido este país, en el que los ciudadanos de clase media-baja actúan como marionetas mientras los gobernantes mueven sus hilos a su antojo.

Queda mucho por hacer, es cierto. No hemos aprendido de nuestra historia, y por ello, estamos condenados a repetirla. El poder económico se impone lentamente al político, porque el ciudadano de a pie tiene miedo. Y es precisamente ese miedo el que le llevará a confiar en un Gobierno fraudulento que promete grandes reformas y que, finalmente, nos dejará en la estacada.

Quizás he sido demasiado audaz al escribir estas palabras, pero es lo que creo y lo que siento. No soporto ver desigualdades a mi alrededor. No quiero este futuro ni para mí ni para nadie. Cambiar esta situación es cosa de todos, no de unos pocos. Es una tarea común.




MÁS INFORMACIÓN  


@democraciareal





viernes, 19 de agosto de 2011

De sueños que nos engañan



Dicen que soy una persona bastante realista, incluso demasiado pesimista en muchas ocasiones. Es por esto que decidí crear un blog teniendo como temáticas principales la fantasía, los sueños y la imaginación. Dicen que los soñadores no llegan a ninguna parte con sus fábulas e invenciones. Es cierto que la voluntad es la mejor arma para alcanzar nuestros objetivos, pero a veces no viene nada mal una buena dosis de fantasía para resguardarnos de una realidad que en muchas ocasiones se torna hostil e inaguantable.

 Como diría John Lennon:  "You may say I´m a dreamer, but I´m not the only one" . Sí, él no era el único. Somos muchos los que nos dormimos cada noche recreando historias imposibles en nuestra mente, esbozando lugares a los que nunca hemos ido y abandonándonos a los brazos de Morfeo con la esperanza de poder visitarlos algún día.

Y quizás sólo sean sueños... sueños que quizás no se cumplan, es cierto. Sueños que muchas veces nos "engañan", nos hacen creer que pronto se cumplirán para luego desvanecerse sin más. Pero también son sueños que nos ayudan a vivir, a emprender un camino con valentía y a no desistir... Y eso, al menos para mí, es más que suficiente.

jueves, 18 de agosto de 2011

Princesas


"Ven y cuéntame aquella historia de princesas y amores que un día te conté yo..."

                                         La Oreja de Van Gogh (La Paz de tus ojos)

Rompiendo versos


Este es el primer poema que escribí. No es gran cosa, y su métrica deja mucho que desear... pero me siento orgullosa de él. Me gusta.

Instantes efímeros de felicidad
que engrandecen mi memoria
y me devuelven a la realidad,
me consumen por dentro,
me hacen soñar,
alzan mis alas,
me abrazan al despertar.

Viviendo los recuerdos,
saboreando la añoranza,
planeando un futuro,
jugando con el alma,
sintiendo la tristeza
de una falsa calma,
redescubro mi memoria
y después no encuentro nada.

sonidos, luces, cantos, llamas.
voces que susurran,
deseos que amenazan,
lágrimas que no caen,
lloros de desconfianza,
palabras de emoción
y un nudo en mi garganta.

No puede el fuego
contrarrestar mi pesar,
ni puede el agua,
apagar mi verdad.

Mas allá de la historia,
está la realidad,
me preparo,
bato mis alas,
y después…
y después no hay nada más.

Si cierro los ojos,
abro la mente,
imagino mi vida
y afianzo el presente,
descubro mi mundo,
descubro a mi gente,
descubro mis miedos,
y me siento ausente.

Sentimientos encontrados
que nunca más florecerán.
Hoy, melancólica, escribo,
y mañana mis versos romperás.




martes, 16 de agosto de 2011

¡Cine!


Pocas cosas hay en este mundo más maravillosas que el cine. Historias que nos transportan a cualquier lugar del mundo, a épocas pasadas o a los más íntimos pensamientos de sus protagonistas, bandas sonoras que acarician los sentidos de los espectadores y los ponen en situación, amores imposibles que luchan por prosperar, efectos especiales que suscitan la admiracíón del espectador... sí, es la magia del cine.

Es en el cine donde se materializa todo aquello que procede de la imaginación de unos guionistas, donde todo es posible. No existen  barreras ni límites. Fantasía y realidad se dan la mano para traspasar las pantallas y llegar más allá del celuloide. El séptimo arte despierta nuestros sentidos y relega nuestros problemas cotidianos a un segundo puesto. Y es que un verdadero amante del cine disfruta incluso con los créditos del filme que se dispone a ver.

Películas... hay muchas. Pero todas, absolutamente todas, tienen algo en común que las hace especiales: son obras que pretenden llegar más allá de un guión, que quieren llegar al espectador, y cada una tiene una serie de elementos que las hacen únicas para alcanzar su propósito.

Sí, me gusta el cine. Me gusta el cine porque me gusta soñar, y aún a través de una pantalla, puedo ver durante aproximadamente dos horas cómo se materializan todos mis deseos.


sábado, 13 de agosto de 2011

Señora.

"Venimos a este mundo aspirando conseguir la felicidad y conservamos la esperanza hasta que el destino nos apresa y nos enseña que nada de lo que creíamos que nos pertenece es nuestro. La vida nos enseña que la felicidad es incierta y lejana, mientras que el dolor y el sufrimiento están mucho más cerca, y resultan más ciertos. Es entonces cuando corremos el riesgo de que esta enseñanza nos aparte de la búsqueda de la felicidad, preocuparnos antes de escapar del sufrimiento. Un presente indoloro se vuelve mejor que un futuro incierto. Y aún así, si supiera que el mundo se acaba mañana, todavía lucharía por ser feliz los últimos instantes."

                                                                          Cita de Victoria Márquez, "La Señora".


Pocas historias me han cautivado tanto como "La Señora". Hay quienes no entienden mi pasión por esta gran serie que habla de la lucha de una mujer en los años veinte por salir adelante, vencer las dificultades que le presenta la vida y, sobre todo, tratar de alcanzar la felicidad junto a la persona a la que quiere.
A veces resulta más fácil recrearse con las tramas imaginarias que surgen de la pluma de guionistas de televisión que enfrentarnos a nuestra propia realidad. Sin embargo, esta es una historia fiel a la naturaleza del ser humano, a sus miedos, esperanzas e ilusiones. 

He sido (y de hecho soy) muy feliz viendo la serie. Victoria Márquez -aún siendo un personaje ficticio- se ha convertido para mí en un ejemplo a seguir. Tuvo que hacer frente a la muerte de su padre, ponerse al frente de la mina que él le legó en una época en la que la mujer debía estar relegada a un segundo plano con respecto al hombre, tomar las riendas de su vida sin importarle el qué dirán y luchar por un amor imposible que fue, sin embargo, lo más maravilloso que le ocurrió jamás.

 Mi admiración por este personaje va más allá de una simple afición de juventud. Victoria es noble, solidaria y altruista, inteligente y decidida, pero también algo terca y orgullosa, defectos que va adquiriendo conforme los años pasan y la doblegan a su antojo. Sin embargo, es una mujer fuerte que lucha por salir adelante y ser feliz junto a su verdadero amor. Suena bastante utópico, la verdad. Y de hecho, Victoria no lo logró. No pudo luchar contra la fatal sorpresa que el destino le tenía preparada, pero yo quiero creer que venció. Superó todos y cada uno de los problemas que se le presentaron a lo largo de su vida con temple y decisión, vivió con intensidad ese amor pasional que tuvo la suerte de encontrar en Ángel, sembró nuevas esperanzas allá donde todos creían sentirse acabados y ayudó siempre al más débil, aún cuando muchas veces era ella misma la que necesitaba el apoyo de los demás.

Consiguió muchas más cosas de las que nadie podría alcanzar en su vida. Saboreó cada instante de felicidad y peleó cuando fue necesario hacerlo, siempre con la cabeza bien alta. Quiero ser como ella, como la señora que era.




Sueños

"Cuando de verdad quieres algo, todo el Universo conspira para que realices tu deseo"
  
                                       Paulo Coelho

Quiero

Quiero ser un susurro, una palabra que acaricie tus mejillas.
Quiero ser un ave y volar alto, muy alto.
Quiero estar presente en tus sueños y escaparme de ellos al despertarte.
Quiero ser un recuerdo, una canción cantada al oído y un beso a escondidas.
Quiero ser siquiera un error en tu vida.
Quiero ser una luna llena, un mar agitado y una sombra en la noche.
Quiero paz, vida, luz, oscuridad.


(Te) quiero.






viernes, 12 de agosto de 2011

Lucharemos.

A veces la vida nos pone a prueba durante demasiado tiempo. Intenta medir nuestra capacidad de superación, nuestra fortaleza interior. Lo que no sabe es que cuanto más lo hace, más aprendemos de cada batalla, de cada experiencia vivida.

Puede que de esta no nos libremos, bien lo sabes. Pero no será por no haber luchado. Te lo juro.




jueves, 11 de agosto de 2011

Ella

Pocos lo entendían. Más bien ninguno lo hacía. No podían comprender la grandísima afición que aquella chica le tenía a las letras. Devoraba libros mañana, tarde y noche. Suspiraba, reía y lloraba durante sus lecturas, y los subrayaba a lápiz de vez en cuando.

Todos la tachaban de rara. Ella no vestía a la moda, ni se dejaba llevar por el qué dirán. Lucía una melena corta y gafas, ropa sencilla y una mochila. Nadie la miraba. Caminaba con la cabeza gacha y el corazón encogido; sabía que era el centro de burlas y bromas, pero no le importaba. Se sentaba en un rincón, abría un libro y dejaba que la atrapara. No quería hablar con nadie, ni dejarse llevar por conversaciones carentes de sentido, infantiles, banales.

Unos días era invisible, otros bastante molestada. Ella se daba la vuelta y escondía sus lágrimas. Escribía pequeños relatos, historias imposibles y sueños casi olvidados. Le bastaba un pensamiento agradable para redactar con esmero lo que su imaginación le dictaba. Guardaba celosamente sus escritos, se ponía la mochila y marchaba. Otro día más.

Pasaron los años, uno detrás de otro, grises, rutinarios y aburridos. Las letras le daban color a sus días, la hacían sentirse querida y arropada. Y así la muchacha creció, soportando penas y librando batallas, pagando condena en aulas castigadas por el polvo de tiza, desvaríos juveniles y broncas de profesores exasperados. Todos seguían sin entenderla, y ella a estas alturas no pretendía que alguien lo hiciera. No valía la pena.

 Un día se preguntó a sí misma si tanto mutismo por su parte era necesario. Quizás ella tenía toda la culpa de estar sola. Era diferente, y ella no había hecho nada por cambiarlo. Probablemente se hubiera unido a esa panda de muchachos y muchachas alocados si se hubiese comportado como ellos. Y entonces, se acordó de aquel artículo de Arturo Pérez Reverte, aquél que tenía por título "Nadie dijo que fuera fácil". Y entonces, sólo entonces, ella se levantó, guardó su libro en la mochila, y comprendió.








¿Y tú quién eres?

Quizás nos equivocamos. Quizás no hicimos lo correcto. Quizás fuimos demasiado deprisa. Quizás, sólo quizás.

Puede que la inexperiencia nos hiciera cometer errores, errores que pagamos muy caros. Incluso puede que ni tú ni yo nos diéramos cuenta entonces de lo que realmente estaba ocurriendo, y de lo que quedaba por ocurrir.
Pero, ¿y qué si nos equivocamos? Nos dejamos llevar, reímos, compartimos miles de cosas juntos. Felicidad.

Y ahora, que de nuevo te recuerdo como entonces, me paro a pensar qué hubiera sido de tí y de mí si nunca nos hubiésemos conocido. Ahora seríamos dos extraños que nunca han compartido su pasado mutuamente.
Y quizás, sólo quizás, nos encontraríamos una mañana de septiembre, en cualquier recreo o en el sitio de siempre... y formularías la pregunta que le dio inicio a todo:

                                                                           ¿...y tú quién eres?











miércoles, 10 de agosto de 2011

Cosas nuevas.

Me he dado cuenta de que necesito aire fresco, de que esta rutina de desgracias en cadena y lágrimas a escondidas me asfixia. Necesito gente nueva, pensamientos diferentes y algo de adrenalina, gritar, reír y sentir la sangre corriendo por mis venas.

sábado, 6 de agosto de 2011

Hasta la piel y la vida

A veces creo que lo que sueño es verdad, y que lo que quiero sólo es un sueño que no me deja despertar, que recorre los pasillos de mi mente para luego dejarme con una sensación extraña, como si un ciclón recorriera mi cuerpo y acariciara mis sentidos.

Otras veces creo que lo que he visto, lo que he vivido, ya lo he visto y vivido antes. Parece como una historia que se sucede nuevamente y que nunca llega a su fín. ¿Actúo por inercia, bajo un guión ya escrito, o soy yo la que mueve mis pensamientos, la que decide a cada momento qué hacer o qué decir? 

Me dan miedo las esperas y el paso del tiempo. Me atemoriza la idea de dejar que los minutos se resbalen entre mis dedos. Me produce una tristeza inmensa pensar en lo que hice mal, en lo que ya no podré rectificar. Me angustia la soledad.
Estoy cansada de recomponer historias inacabadas, de llorarle a mis recuerdos y llenarme de melancolía. 

Y por dolerme, me duelen hasta la piel y la vida.






miércoles, 3 de agosto de 2011

Canciones de madrugada

Tenía no más de veinticinco años. Era alto y fuerte. Tenía el cabello oscuro y los ojos verdes. Le gustaba escribir mientras sus compañeros dormían. Nadie sabía que lo hacía, sólo él. Durante el día, salía a hacer instrucción con los demás bajo un sol de justicia, recibía las reprimendas del Capitán y jugaba a las cartas en la cafetería por las tardes. Por las noches, sacaba una foto de su cartera y se acomodaba en su litera mientras el silencio se adueñaba de la estancia. A veces se lamentaba de haber dejado a Clara sola, de no haberse podido despedir de ella antes de ingresar en el ejército, pero sabe bien que de haberlo hecho quizás no se hubiese ido. Había algo inusual en la forma en que ella le miraba, en sus facciones. Él era capaz de hacer todo cuanto ella le pidiese, tan sólo tenía que mirarle a los ojos. La echaba tanto de menos... pero pronto se reunirían de nuevo. El joven soldado escribía versos para ella, para que no se olvidara de él, para que le sintiera tan cerca como si estuviera a su lado, como si aquellas palabras estuvieran saliendo de su boca en el mismo momento en que ella las leía. Tachaba algunos renglones de cuando en cuando y se quedaba pensativo -lápiz en mano- cuando no sabía muy bien cómo continuar. La luz de la luna iluminaba su escritura y acariciaba sus rasgos, que parecían esculpidos en piedra. Algunas noches las pasaba en vela. Ni siquiera el cansancio de todo un día de instrucción doblegaba el espíritu soñador del muchacho, que noche tras noche plasmaba en varias cuartillas todo lo que sentía por ella. Al día siguiente las introducía en un sobre y las entregaba al correo para hacérselas llegar. Ella nunca respondía, pero él guardaba la esperanza de que las leyera.


Meses después, él recibíó un permiso especial para visitar a su madre y a su hermana pequeña. Sabía que posiblemente se reencontraría con Clara después de tanto tiempo, aunque prefería no hacerse demasiadas ilusiones. Ella no le había escrito ni una sola vez, y su madre jamás la mencionaba cuando hablaban por teléfono. Una vez acomodado en su casa, el chico preguntó por ella. La mirada de la madre se ensombreció, y la hermana salió del cuarto. Clara se había casado con otro muchacho, con un apellido respetable y una fortuna envidiable. Su familia la había obligado a hacerlo, y durante algún tiempo, impidieron que las cartas de Clara llegaran a su verdadero amor. Ella pensó que él se había rehusado a responderle porque ya no la quería. Dejó de comer y permaneció encerrada en su habitación durante meses. Enfermó, y poco después, harta del maltrato de su marido y el supuesto rechazo de su enamorado, decidió que un abrecartas pusiera fin a su sufirmiento con un corte profundo. Nada se pudo hacer por ella.


El joven creyó enloquecer al conocer la triste realidad. La idea de una posible venganza cruzó su mente durante varios días, pero su madre y algún que otro amigo impidieron que cometiera una locura. Deambulaba por las calles, solo, como un perro abandonado. La gente le oía murmurar y llamar a Clara desconsoladamente. Sólo la luna le acompañaba. Una noche se dirigió al cementerio. Encontró el lugar donde ella reposaba luego de un buen rato de búsqueda. Dejó unas flores y varias cuartillas atadas con un cordel sobre la lápida, y se juró a sí mismo no regresar a aquel lugar nunca más. 

-Quizás... quizás si me hubieras esperado... - se lamentaba. Comenzó a sollozar.- Quizás, si me hubieras esperado, podrías escuchar lo que escribí para tí. He venido a traerte tus canciones de madrugada.