“En la oscuridad puedo colgar en las paredes de mi mente lienzos de colores, en la soledad puedo ver quién soy bajo la piel"
Beatriz y los cuerpos celestes

lunes, 10 de diciembre de 2012

Voces que susurran, de John Connolly

... o el libro que más quebraderos de cabeza me ha dado en toda mi vida.


Y puede que os preguntéis por qué. Pues bien, este es el libro que nos mandaron leer en septiembre para la clase de Introducción a la Historia de la Teoría de la Literatura. Teníamos que hacer un trabajo de documentación del libro muy importante, y cuando digo muy importante, me refiero a que es condición sine qua non para aprobar la asignatura. Ese es el principal motivo por el que últimamente he estado un poco desconectada del blog.  Hoy es la fecha límite para entregarlo, así que nada, allá que he dejado mi pen dirve en conserjería, y que sea lo que dios quiera.

Pero bueno, ¿de qué va el libro? Os dejo un fragmento de lo que he escrito para que os hagáis una idea. Debo decir que no es precisamente mi libro favorito, ni mucho menos uno de los mejores de John Connolly. Sin embargo, esta novela negra ofrece una amplia diversidad de temas y mantiene la intriga hasta el final. Yo le daría, al menos, una oportunidad.


Sinopsis



Voces que susurran es el décimo título de la serie literaria Charlie Parker del autor irlandés John Connolly. Ambientada en Maine, Nueva Inglaterra, la novela recrea una trama policiaca en la que Parker habrá de investigar el supuesto suicidio de Demien Patchett, un joven soldado que combatió en 2003 en la guerra de Irak. La investigación se adentrará en un mundo de intrigas en el que nada aparenta ser lo que es. Las drogas y el tráfico de antigüedades en la frontera entre Maine y Canadá no tardarán en hacer acto de presencia, pero aún hay algo más. Voces, misterios sin resolver, individuos que actúan impulsados por un propósito oscuro que les llevará a transgredir los límites entre la vida y la muerte, entre el bien y el mal. Y sobre todos ellos, una espesa oscuridad que envuelve un espacio repleto de susurros suplicantes y recuerdos amargos.

Opinión Personal 


Bajo el título de Voces que susurran, el irlandés John Connolly recrea una trama policiaca protagonizada nuevamente por el detective Charlie Parker. La novela, ampliamente valorada por ciertos sectores de la crítica, reúne algunas de las características esenciales de la novela negra, destacando entre todas ellas como la más significativa la presencia de un argumento sólido e intrigante en torno al cual se suceden una serie de historias paralelas repletas de personajes que transgreden los límites de la ley, que obedecen a sus más bajos instintos y que incluso están relacionados con las fuerzas del mal.

El planteamiento inicial de Connolly en relación a esta novela es más que aceptable: la investigación del suicidio de Demien Patchett, que llevará a Parker a relacionarse con individuos que trafican con drogas y antigüedades en la frontera entre Maine y Canadá y a descubrir una misteriosa caja que no aguardará en su interior otra cosa que espíritus malignos capaces de inducir al ser humano a llevar a cabo las mayores atrocidades. Sin embargo, el gran error de Connolly no reside en este planteamiento, sino en su ejecución. La narración  es presentada en ocasiones como una especie de puzzle literario conformado por varias piezas que el lector espera que en algún momento del relato se relacionen unas con otras, frustrándose esta expectativa al llegar al final del libro, que deja diversos cabos sueltos, destacando como el más significativo el hecho de que nunca se produce un encuentro final entre Charlie Parker y Benjamin Patchett en el que se dé por cerrado el caso de Demien.

Por otro lado, Connolly realiza de forma verosímil la simbiosis entre la realidad y los sucesos paranormales, de forma que la aparición de éstos resulta creíble a pesar de producirse mayoritariamente en los últimos capítulos de la obra. Personajes como El Coleccionista, que representa las fuerzas oscuras del mal, o Herodes, que actúa bajo las órdenes de El Capitán, dotan a la narración de esos elementos sobrenaturales tan defendidos por el propio autor y, sin embargo, tan infravalorados en ocasiones por la crítica. Digamos que es la incursión en esta trama de seres malignos y fantasmagóricos es uno de los puntos clave de la historia, lo que verdaderamente suscita la atención del lector y le invita a seguir leyendo.


La estructuración de los personajes es notable, pero Charlie Parker, pese a ser el protagonista, se ve prácticamente relegado a un segundo puesto, como si de un personaje periférico se tratara (palabras del propio Connolly). Sabemos que en otros títulos de la colección se da una descripción pormenorizada del detective, al igual que se relatan sus antecedentes familiares y se profundiza en su personalidad, en sus miedos, en su afán de venganza y, en definitiva, en su forma de ver la vida. Sin embargo, no sucede lo mismo en Voces que susurran. Parker analiza ciertas situaciones, las debate interiormente y las observa cautelosamente haciendo gala de sus dotes detectivescas, pero el lector que se enfrenta por vez primera a un libro de esta serie desconoce muchos detalles de este personaje y se siente un tanto desorientado. Recibe pinceladas de lo que ha sido su vida hasta ahora: el asesinato de su mujer y su hija, la verdad sobre el suicidio de su padre, el rechazo de sus compañeros tras llevar a cabo sus planes de venganza, su relación con Rachel y posterior divorcio, etc. Sin embargo, en esta ocasión Connolly no profundiza en sus sentimientos; sencillamente pasan desapercibidos durante gran parte de la novela. Prefiere dar prioridad a otros personajes como Joel Tobías o Herodes, éste último, de gran contenido psicológico. Es interesante que, en mayor o menor medida, todos se vean amenazados por el sentimiento de culpa, por ese afán por redimir sus pecados o pensárselo dos veces antes de cometerlos. Como podemos comprobar, la compasión y la culpa van de la mano en esta obra y son los dos rasgos que consiguen humanizar a personajes que parecen haber perdido cualquier apego por la vida. Son sentimientos comunes a casi todos ellos, y una de las señas de identidad de la obra de John Connolly. Anhelan la expiación de sus pecados y viven permanente atormentados por haberlos cometido. Son asesinos con moral y principios, pecadores que se rigen por un estricto código ético. Y, por encima de todos ellos, el Mal en estado puro personificado en la figura de El Capitán. Los demás personajes están plagados de matices que, ni les convierten en seres nobles y de buen corazón, ni en los más pérfidos villanos sin escrúpulos. 

El lenguaje utilizado en la novela es coloquial, exento en su mayoría de tecnicismos o formas retóricas. Connolly se aproxima al lenguaje de la calle, y pone en boca de muchos personajes expresiones vulgares y palabras malsonantes. Recordemos que lo que el autor pretende es ambientar la novela en un entorno urbano, con todo lo que ello implica. Sin embargo, Connolly cambia de registro en ciertos fragmentos de la novela en los que utiliza un lenguaje más poético y cuidado, clara influencia de J. Lee Burke (...).

Uno de los mayores logros de la novela reside en las magníficas descripciones físicas y psicológicas de personajes y ambientes. El autor irlandés recrea un detallado muestrario de ambientes y pensamientos incapaz de dejar indiferente al lector. Es entonces, cuando éste siente la humedad de un sótano o el olor putrefacto de cualquier habitación, cuando verdaderamente empieza a tomar parte activa en la obra y queda totalmente absorbido por ella. Asimismo, la descripción exhaustiva de ambientes consiste en un interesante preámbulo de los elementos sobrenaturales que aparecen en la trama (...)
Un aspecto igualmente importante a tener en cuenta es el tratamiento que Connolly le da a los temas relativos a la infancia y la adolescencia (...)
Este tema se hace patente en la experiencia traumática que vivió Karen Emory, cuando un perturbado –un tal Clarence Buttle, que no era realmente sino El Capitán con una apariencia diferente– entró una noche en su habitación. Este individuo también asaltó a otra niña, Franny Keaton. Aunque en Voces que susurran Connolly no habla extensamente de Sam, la segunda hija de Parker, intuimos que en anteriores novelas lo hace de un modo cercano y amable.
Pero, sin lugar a dudas, la piedra angular de la obra de este autor es el tratamiento de lo sobrenatural. Los asesinos de la obra de Connolly son esos ángeles rebeldes de Dios expulsados del cielo, individuos que juraron venganza y que están dispuestos a transgredir cualquier ley moral para cumplirla (...)



Esta obra es interesante y digna de pertenecer al género de la novela negra contemporánea por tratar magistralmente todos los temas que hemos expuesto anteriormente: las drogas, el tráfico de antigüedades, los malos tratos, el Trastorno de Estrés Postraumático, la homosexualidad, la vulnerabilidad de los niños y los sentimientos de compasión y culpa, todo ello mezclado con destreza con ciertos sucesos paranormales que alterarán la vida de los personajes. Connolly trasplanta los fantasmas mesopotámicos a los bosques de Maine, encierra secretos milenarios en un antiquísimo joyero y otorga las llaves del mismo a seres despiadados, a ángeles negros con apariencia terrenal, a individuos sin escrúpulos ni conciencia.  La imaginería de espíritus, entes malignos y fantasmas que habitan las páginas de Voces que susurran no son sino un perspicaz recurso extensamente trabajado por Connolly, la esencia de su obra.

Sin embargo, y pese a contar con todos los ingredientes necesarios para convertirse en una gran historia, esta novela decepciona, y lo hace por lo incompleto de su final. Su desenlace deja demasiados cabos sueltos y concluye con un homenaje a los veteranos de guerra. El lector se siente perdido al llegar a la mitad de la historia, pues siente que la aventura, la intriga y el misterio que prometía la obra en un principio han quedado en nada. Voces que susurranno es la mejor novela de Connolly, ni la más apropiada para iniciarse en la lectura de la serie detectivesca de Charlie Parker. Es un libro de grandes contrastes; unas veces ágil y escalofriante y otras, lento y tedioso. El escaso protagonismo de Parker, el dar por sentado que el lector conoce todos los detalles de su vida, las continuas apariciones de un obstinado y agresivo Joel Tobías y la manida leyenda urbana de la aparición de una niña misteriosa restan calidad al relato. Es una verdadera lástima que Connolly no haya sabido medir el tiempo de aparición de cada personaje ni finalizar la narración adecuadamente. El final no es abierto, sino absurdamente incompleto (...).

En definitiva, Voces que susurran plantea un argumento sólido e interesante en el que se dan cita diversas tramas que no son sino el reflejo de la realidad contemporánea, historias de misterio, dolor y venganza. Sin embargo, el gran error de Connolly no reside en el planteamiento de la historia, sino en su ejecución. La estructura de puzzle de la obra aturde a un lector que espera un final en el que las piezas sueltas se unan por fín, algo que no llega a ocurrir, ni siquiera en el caso de lo más relevante. Nos remitimos en este punto a las palabras del propio Connolly: “no es la trama lo que más me interesa de mi obra, sino la psicología de los personajes”. Y es que, pese a dejar varios cabos sueltos, la historia tiene tanto en las descripciones psicológicas de un amplio reparto de personajes como en la ambientación espacial ubicada en Maine a su mayor logro. John Connolly no describe, desnuda la escena, transmite sentimientos y logra que el lector se estremezca y llegue a compadecerse de alguien capaz de asesinar a sangre fría. Eso, unido al terror de la guerra de Iraq y el misticismo de los retazos de la cultura mesopotámica que hallamos en el libro, hacen de Voces que susurran una historia sugerente y única y la salvan en gran medida de sus errores de continuidad y de lo apresurado de su final.  Es un relato oscuro, detallista y envolvente. No es quizás el mejor libro de Connolly, pero sí una obra tan interesante como necesaria para descubrir una realidad paralela a la nuestra en la que  se oyen disparos, lamentos ahogados en la oscuridad y susurros. Susurros que continuamente piden clemencia y juran venganza.