“En la oscuridad puedo colgar en las paredes de mi mente lienzos de colores, en la soledad puedo ver quién soy bajo la piel"
Beatriz y los cuerpos celestes

viernes, 28 de diciembre de 2012

Del arte y la vida

El arte. ¿Por qué existe el arte? ¿Por qué fueron escritos todos esos libros que hemos leído y que han dejado una huella imborrable en nuestros corazones? ¿Por qué fueron compuestas todas esas canciones que nos erizan la piel cada vez que apretamos el 'play'? ¿Por qué hay centenares de museos que albergan las más bellas obras pictóricas que conserva la humanidad en patrimonio? ¿Por qué existen -y existieron- plumas prodigiosas, escritores con un talento inusitado capaces de plasmar en pocos versos su profunda angustia vital o una simple mirada de amor? Porque el ser humano necesita el arte para vivir. También necesita un médico que cuide de su salud, un profesor que le instruya y miles de profesionales más que cubran sus necesidades primarias, pero también necesita emocionarse, sentir, reír y llorar... sentirse vivo.

No puede existir la vida sin arte. Al menos, no la mía. Desafortunadamente la realidad que nos ha tocado vivir no es todo lo feliz y prometedora que imaginábamos hace unos años, y es precisamente la fantasía de la creación artística lo que nos permite dejar volar nuestra imaginación y viajar a otras realidades menos hostiles y más acordes a nosotros mismos, a nuestra forma de entender la vida. Por eso vemos las series que nos gustan, y disfrutamos con ellas. Por eso vamos al cine. Por eso nos identificamos con los problemas de los personajes y nos alegramos de sus triunfos. Por eso escuchamos nuestra música favorita tras un mal día o nos perdemos entre fotografías antiguas, entre instantes de dicha capturados en un segundo, que también son arte. Y es por eso también que existen -y deben continuar existiendo- infinidad de escritores, músicos, pintores, diseñadores, fotógrafos, actores y miles de personas más entregadas en cuerpo y alma al arte, porque el médico que llega a casa cuelga la bata blanca y el fonendoscopio y trata de relegar los problemas laborales al ámbito de trabajo, pero el artista no puede. El artista no trabaja, el artista vive. El escritor que se deja la piel en una novela disfruta con lo que hace, se siente vivo. Y lo mismo sucede con el fotógrafo incansable que recorre miles de lugares por descubrir cámara en mano, esperando el momento oportuno para apretar el botón e inmortalizar un sólo momento, como el cazador se abalanza sobre su presa; ansioso, seguro de que ése y sólo ése es el momento propicio para disparar.

El arte es vida. ¿Y qué es la vida sino una obra de teatro? Cierto es que cada día nos toca representar un papel diferente de acuerdo a las circunstancias que nos toque en suerte vivir. El arte es para mí una tabla de salvación, la forma de dar rienda suelta a mi imaginación y no dejarme vencer por las dificultades. De ahí saco la fuerza necesaria para continuar, estoy segura. Actores, bailarines, pintores, escritores, músicos, fotógrafos; todos. No siento sino admiración por vosotros al comprobar una y otra vez que sois felices con lo que hacéis aunque vuestras profesiones sean despreciadas en innumerables ocasiones en este país. Sé que no vivís del aire, que todos los días hay que comer... pero también sé que los trazos de vuestros pinceles y carboncillos, los carretes usados amontonados en la sala de revelado, las partituras esparcidas sobre la mesa, las zapatillas de punta desgastadas sobre el escenario y los guiones que guardáis cada noche bajo la almohada son la constatación de que sois fieles a vosotros mismos, a vuestra forma de entender lo que hacéis, y eso es más importante que cualquier otra cosa.

Sí, yo lo sé. No es mentira./
Mientras haya arte, habrá vida.