¿Por qué?
¿Por qué, por qué, por qué?
¿Por qué no puedo escribir nada?
¿Porque la inspiración ya no me llama...?
Me niego a perderla de vista por más tiempo. La necesito como el respirar. Pero ella, caprichosa, vuela, vuela como una mariposa y me deja en el suelo, patidifusa, contemplando su vuelo turbulento hasta que se convierte en un punto a lo lejos.
¡Vuelve!
Ten por seguro que te atraparé... o quizás lo harás tú antes de que yo siquiera lo intente. Aquí te espero. Demuéstrame que escribir merece la pena, que puedo dedicarme a ello. Demuéstrame que mi pluma no se ha quedado seca y que mis folios no se han amarilleado. Llévame a lugares recónditos, a parajes inolvidables, a historias de amor, lucha y condena. Derrama sobre mi tu tinta de colores.
Préstame tus alas, guía mi mano, compañera del alma, mi fiel compañera.