“En la oscuridad puedo colgar en las paredes de mi mente lienzos de colores, en la soledad puedo ver quién soy bajo la piel"
Beatriz y los cuerpos celestes

sábado, 31 de diciembre de 2011

Mis canciones, libros y películas del 2011

Mis libros, canciones y películas de este año... los únicos que me han ayudado a evadirme y a soñar un poquito (bastante).

CANCIONES, GRUPOS Y ARTISTAS:

  1. La Oreja de Van Gogh, mi grupo preferido, por supuesto, que ha tenido un año estrella. Gracias por ese "Cometas por el cielo", por hacerme soñar, por anestesiarme en los momentos de dolor con vuestra música. Paloma Blanca y Mi calle es Nueva York siempre irán conmigo, sin menospreciar a La Niña que llora en tus fiestas y muchísimas más.
  2. Alex Ubago. Sí, porque soy una romántica empedernida, y no lo puedo evitar. "Si preguntan por mí, no les digas donde fui...". Inolvidable, aunque no sea de este año.
  3. Queen. Grupo archiconocido, unos de los grandes de la música. The show must go on, siempre conmigo. Sin olvidar Don´t stop me now, por supuesto, que me ha animado siempre, así como Crazy litttle thing called love.
  4. Amaral, porque yo también he ido hacia lo salvaje de un tiempo a esta parte.
  5. Lidia Guevara, porque he aprendido a echar de más... también de menos.
  6. La banda sonora de Moulin Rouge: Come what may, One day I´ll flay awat, Your song... sentimientos a flor de piel y volumen al máximo en el mp4.
  7.  Maldita Nerea, porque Te hablaré, porque no podíamos ser agua, por el secreto de las tortugas...
  8. Los clásicos: Chopin con la Gota de agua preludio no. 28, Tchaikovsky con la suite de El lago de los cisnes y Pachelbel con su Canon en D mayor.
  9.  Mi queridísimo James Blunt, que me ha secado las lágrimas en más de una ocasión en noches melancólicas... Goodbye my lover, 1973, If time is all I have...
  10. Todas aquellas canciones antiguas y un tanto relegadas al olvido -horteras, en muchas ocasiones- que me han inyectado adrenalina en los momentos más tristes: Cartoon heroes de Aqua, las rumbas de la feria del mediodía y confieso que alguna que otra copla. Sin olvidar, por supuesto, a Robbie Williams, Fito y Fitipaldis, la banda sonora de A walk to remember...

PELÍCULAS:
  1. Un paseo para recordar. La película con la que más he llorado en toda mi vida. Inolvidable, sencillamente inolvidable.
  2. El diario de Noah. Otro clásico para ver miles de veces...
  3. Enredados, porque ¿quién dijo que los dibujos animados son sólo para niños pequeños?
  4. V de Vendetta, porque la señora justicia se está tomando unas vacaciones demasiado largas... muy a nuestro pesar.
  5. Brokeback Mountain, porque el amor no entiende de sexos ni de condiciones sociales... nace y se queda con nosotros para siempre.
  6. El capitán América, por aquella tarde de agosto en el cine con amigos.
  7. Tristán e Isolda... porque, sencillamente, es bonita.
  8. Cisne Negro, porque a veces podemos llegar a convertirnos en nuestro peor enemigo.
  9. Revolutionary Road, porque sin ser un gran filme, me ha enseñado que la vida es demasiado corta como para vivirla anclados en la rutina.
  10. Romeo y Julieta (1968), porque a una romántica-pastelosa como yo una película así nunca la deja indiferente.

LIBROS:
  1. El diario de Ana Frank, porque nunca un testimonio ha sido tan sincero, fiel a la realidad y útil para la humanidad.
  2. Nada, de Carmen Laforet, porque a veces en las vidas más tormentosas... nada es la clave de todo.
  3. El coronel no tiene quién le escriba, de Gabriel García Márquez, porque siempre habrá un momento de nuestra vida en el que saborearemos las sombras del pasado, los reflejos del ayer que hoy nos sumen en la oscuridad.
  4. Beatriz y los cuerpos celestes, de Lucía Etxebarría, porque a veces es necesario viajar al interior de nuestras almas en los momentos de soledad y encontrarnos con nosotros mismos.
  5. Pasión India, de Javier Moro, mi última lectura de este año, porque yo también soñé al leerlo con ser esa princesa de Kapurthala rodeada de sedas... y frivolidad.
  6. Algún día, cuando pueda llevarte a Varsovia, porque aún sin haberme gustado demasiado, no puedo dejarlo en el olvido.
  7. Irlanda, de Espido Freire, porque no hay sentimiento más dañino que la envidia.
  8. El mundo de Sofía, de Jostein Gaarder, un viaje por la historia de la filosofía apasionante.




Vete... y no vuelvas

Quedan escasas horas para despedir al 2011, un año fatídico para muchas personas... y para mí también. Los que me conocen saben que soy un tanto pesimista, pero en esta ocasión no exagero: ha sido el peor año de mi vida, y con diferencia. En este año he vivido malas experiencias, y la vida me ha dado golpes muy duros que he tratado de afrontar con la mayor entereza posible. El tiempo dirá si lo he conseguido o no.

Me he enfrentado a una clase desastrosa, he tenido que soportar la enfermedad y la muerte de mi abuela, la enfermedad de mi tío y los problemas económicos en casa, entre otras cosas. En muchísimas ocasiones me he sentido perdida, sin saber qué camino tomar, qué hacer o qué decir. Me he sentido paralizada, sin fuerzas para continuar ante la desgracia. Pero si realmente hay algo positivo de todo esto, es que he aprendido a valorar con creces los escasos buenos momentos que la vida nos regala, a diferenciar las cosas insignificantes de los problemas que realmente merecen nuestra preocupación. La tristeza se hace presente en nuestro camino, y a veces es imposible esquivarla, pero hay que aprender a vivir con ella en los momentos difíciles, porque no nos podemos hundir.




Yo no me rindo, lo tengo muy claro. Siempre me he repetido a mí misma que en esta vida hay que seguir adelante pase lo que pase. Agradezco infinitamente a las personas que han estado conmigo en los momentos más difíciles su apoyo incondicional, que para mí vale millones. Gracias por cada abrazo, por cada palabra de ánimo, por cada mirada de comprensión incluso en aquellas ocasiones en las que no podíais ni imaginar lo mal que me sentía.

No olvido los escasos buenos momentos que he tenido este año: las buenas notas (que sangre, sudor y lágrimas me costaron, por cierto), las tardes en la playa, las quedadas en la Cabaña en verano, las risas en los recreos... Por supuesto que siempre atesoraré esos recuerdos en mi corazón, pase lo que pase. Somos el reflejo de lo que hemos visto y de lo que hemos vivido.



¿Qué le pido al futuro? Estoy confusa. Pero ahora sé que tengo que ser valiente, porque la vida no es para los cobardes. No necesito un 1 de enero para cambiar mi vida y ciertos aspectos de mi personalidad, pero aprovecharé la coyuntura, como tantas personas en el mundo, para comenzar a intentarlo.

Mi mayor deseo es que las personas a las que yo quiero estén bien, por encima de todo. 

2011, vete. Vete, y por lo que más quieras, no vuelvas. No vuelvas porque tu sólo recuerdo me produce escalofríos y hace que me den ganas de llorar. De llorar amargamente y anclarme al pasado... y tengo que continuar.

The show must go on. Siempre.