“En la oscuridad puedo colgar en las paredes de mi mente lienzos de colores, en la soledad puedo ver quién soy bajo la piel"
Beatriz y los cuerpos celestes

miércoles, 13 de agosto de 2014

Seguiremos Luchando Siempre


El 12 de Agosto del 2011 te hice una promesa. Te juré que si no nos librábamos de lo que entonces se nos vendría encima, no sería por no haber luchado. Pero quien ha cumplido esa promesa has sido tú, no yo. Has sido tú quien ha luchado con fuerza y coraje durante estos tres interminables años, y eso no lo voy a olvidar nunca.

Ayer fue 12 de Agosto del 2014. Tres años han pasado desde que todo comenzó, desde que enterré por completo mi mente adolescente y comencé a poner los pies sobre la tierra, porque en el momento en que supe que estabas enfermo, supe que nada volvería a ser igual. Prometiste luchar desde el principio, y vaya si lo hiciste. Hospitales, operaciones, tortuosas sesiones de quimio, esperas, pequeños avances, duros retrocesos... Un incesante devenir de días lentos y angustiosos, algunos teñidos de esperanza y otros tantos -la mayoria- de tristeza. 

Si pudiera pedir un deseo, sólo uno, tal vez pediría no haber tenido que escribir esta entrada nunca. Pediría conmemorar el inicio de tu enfermedad como un hecho aislado en el tiempo, perdido en la memoria, porque tú estarías entre nosotros para celebrar el triunfo de la vida. Pero en la vida no siempre ganan "los buenos", y no todas las historias tienen final feliz. Hace casi dos semanas que te fuiste, y aunque siempre me acompañarán miles de preguntas a las que nunca encontraré respuesta, sé que al fin has encontrado el descanso y la paz que tanto merecías. Y eso, aun con el corazón hecho pedacitos, me consuela. Es precisamente esa certeza de que ya no sufres y la infinidad de recuerdos que conservo de ti lo que me insta a recordarme cada día "Vamos, camina. Aunque estés cansada, triste y dolida, camina y no dejes de hacerlo...".

El 12 de Agosto del 2011 empezó una historia muy dura e injusta, y hoy, 13 de Agosto del 2014, le pongo punto y final por siempre. Te aseguro que nunca olvidaré tu risa, tus abrazos y todo lo bueno que dejaste en mí, en nosotros, en tu familia. De eso que no te quepa ninguna duda.

Gracias por todo. Por demostrarme que, por muy incierto que sea tu destino, nunca has de dejar de luchar, jamás. Quiero creer que, pese a todo el dolor, tu lucha mereció la pena. Y de hecho, la merece.

Hasta luego, tito.

Tu sobrina.




Que te quiere.