“En la oscuridad puedo colgar en las paredes de mi mente lienzos de colores, en la soledad puedo ver quién soy bajo la piel"
Beatriz y los cuerpos celestes

lunes, 25 de noviembre de 2013

Tu cuerpo es sólo tuyo


Esta tarde no he ido al gimnasio. No sé, es lunes, estoy cansada, y no me apetece. He decidido quedarme en casa. Hasta ahí, todo bien. ¿Cuál es el problema entonces? El abominable, detestable y absurdo sentimiento de culpabilidad que he sentido al sentarme frente al ordenador. El mismo que, confieso, he llegado a experimentar al comerme un dulce después de comer cuando he sentido que me apetecía, por ejemplo. En ese preciso momento, vuelvo a la realidad y caigo en la cuenta de que nos están manipulando con eso del excesivo culto al cuerpo, me siento idiota por ser una oveja más del redil. Y entonces, comienzo a sentirme culpable de sentirme culpable. 


Es alarmante que esto aparezca en una página web para adolescentes



Ríanse de mis neuras, pero el asunto es más grave de lo que parece. Sí, todos hemos leído miles de críticas en la prensa y en diversos blogs en los que se reivindica la naturalidad y el rechazo a los desproporcionadas medidas que la publicidad pretende ajustar en nuestros cuerpos, pero no es para menos. Y lo más gracioso es que muchas de esas revistas que llenan sus páginas con consejos del tipo "quiérete a ti misma y lleva una alimentación sana y equilibrada" son las primeras que utilizan a modelos esqueléticas para lucir las últimas novedades de la temporada otoño-invierno. Y si es de la temporada primavera-verano, échense las manos a la cabeza ante ese catálogo ilusorio y desproporcionado de fémures a punto de rasgar la piel y caderas huesudas cubiertas por minúsculas prendas de baño. Como si las gordas no se las pudieran poner, oigan. Y digo eso de gordas como lo más natural del mundo. Gorda no es un insulto, no. Al igual que flaco o delgado tampoco lo es. Pero parece que todavía tendremos que ver unos cuantos capítulos más de Barrio Sésamo y aprender la lección. Si a uno le dicen que está gordo, tira a la basura todas las reservas de chocolate de la alacena y se deprime. Si te dicen que estás delgadita, entonces te animas y te da un subidón que te comes el mundo. Bueno, no te lo comes... no vaya a ser que engordes. Pero eso sí, en ningún caso abres un libro para que lo que crezca sea tu imaginación y tu capacidad creativa.




Conductas y situaciones como estas nos llevan a mirarnos al espejo y aborrecer la celulitis como si del mismo demonio se tratara, a cubrir nuestras caderas con pareos los primeros días de playa y a no atrevernos a ponernos pantalones algo más ajustados, o una falda un poco más corta. Nos sale un pequeño michelín, y ya estamos apuntando los puerros y las latas de piña en la lista de la compra. Engullimos pechuga de pollo estoicamente para no acumular calorías, y si alguien nos ofrece un pastelito de cualquiercosadulceconchocolateextremadamentedeliciosa, lo rechazamos como si de ello dependiera que se salvara la humanidad. 

Pues que le den a la dieta, a los cánones de belleza y a su santísima madre. Yo cuido mi alimentación y voy al gimnasio, pero no porque quiera adelgazar hasta límites insospechados, sino porque me gusta cuidarme e intentar llevar una vida lo más saludable posible. No me lo tomo como una imposición, ni como una obligación. Si me ofrecen un dulce para animarme la tarde, pues no le voy a decir que no. Caso contrario sería si tuviera que hacerlo por recomendación médica, por ejemplo. Ahí si que tendría que preocuparme. Pero mientras pueda permitírmelo ocasionalmente, ¿por qué no disfrutarlo? 


Demasiadas copias de un mismo modelo

Estará muy buena para algunos/as,
pero no representa a las mujeres reales


Creo que hace poco lo dijo Naar, que para mí es lo parecido a la sabiduría de una hermana mayor que tengo, en su blog. Y poco después lo hizo otra chica, no recuerdo quién. No puedo estar más de acuerdo con ambas, pero yo también quería aportar mi granito de arena desde aquí, porque ya basta de engaños. Son horribles esas revistas como Cuore y similares en las que se critica hasta decir basta cualquier defecto que exista en el cuerpo de la famosa de turno (y de las menos famosas, aquí pillan todas). Es más, amplían la foto hasta que casi puedas contar sus lunares, y señalan la zona afectada por celulitis o cualquier otro "defecto" con un fluorescente, llamativo y vistosísimo AAAARG. Eso digo yo, señoras mías. AAAARG, de ver qué clase de contenido venden en su revistas, y de qué manera tan despreciable le están lavando el cerebro a la gente. Confieso que más de una vez he ojeado este tipo de prensa en su hábitat natural, la peluquería, por el tedio de la espera, y no he podido acabar más harta e indignada.


Sin palabras

Todos tenemos defectos, aquí no se salva nadie. Pero yo intento no meterme tanto con mi celulitis, ni con mis michelines, ni con mis caderas, ni con mi poco pecho, porque son míos. Más bonitos o más feos, pero míos. Al fin y al cabo, el cuerpo sólo es un estuche, pero ya que lo tenemos, es importante cuidarlo -que no asfixiarlo con acelgas y sesiones maratonianas de spinning- para sentirnos mejor con nosotros mismos. Nada de apuntarse a la moda de las piernas separadas, el odioso thigh gap, ni de deprimirnos cada vez que la modelo de Calzedonia aparece en bragas y sujetador tras haberse sobreexpuesto al Photoshop durante horas. Tu cuerpo es tuyo, y sólo tienes uno. Y ya que solo es uno, intenta quererlo y llevarte mejor con él. Lo digo yo, que clamo al cielo cada vez que un nuevo grano intenta salir a la luz... pero es que lo mío con el acné es otro capítulo aparte, para qué nos vamos a engañar.

Creo que está todo dicho, y que en general la mayoría comparte mi opinión... pero luego son pocos los que la llevan a la práctica. Sé que es difícil deshacerse de esa propaganda mediática que día a día taladra en nuestras metes "tienes que ser perfecto", pero es una lucha personal que todos deberíamos llevar a cabo para sentirnos mejor con nosotros mismos.


Hermosos, que sois todos unos hermosos.