Entre el fuego y la memoria,
entre la vivencia y la historia,
alzo mis plegarias al cielo
y elevo mis súplicas ante tus ojos,
confinando mis silencios al abismo
y sentenciando al miedo a no ser.
Vencedores y vencidos,
ruinas y arquetipos,
se alzan presumiblemente ante mi.
Misterio y victoria,
polvo y cenizas,
agua y tinta,
son mi pequeño legado.
Honor y gloria,
batallas y desafíos,
armas y escudos
enterrados en el pasado.
Que sólo el amor nos salve,
reinventando mil historias,
inyectando vida en la sangre
y sanando los corazones.
¡Larga vida a la vida libre y dichosa!