“En la oscuridad puedo colgar en las paredes de mi mente lienzos de colores, en la soledad puedo ver quién soy bajo la piel"
Beatriz y los cuerpos celestes

lunes, 27 de enero de 2014

¿Las carreras del futuro?

Las carreras universitarias con más futuro según la revista Forbes: Matemáticas, Ingeniería Agrícola, Robótica, Salud y biotecnología...

Titulaciones todas ellas muy necesarias, eso que vaya por delante. Pero me apena comprobar una vez más que las titulaciones de letras vuelven a ser prescindibles. ¿Quién necesita la literatura, la filosofía, el arte...? En un mundo basado en reconocimientos numéricos, cada vez son más los que olvidan el placer de la lectura y la importancia de tener buenos periodistas en el país.

No es que me fíe ciegamente del criterio de la revista Forbes, claro. Pero estoy de exámenes, ando hasta las narices de pelearme con las asignaturas, y esta noticia me ha tocado la moral. Y tenía que decirlo.


miércoles, 22 de enero de 2014

Tipos de profesores

Pues sí. Ha llegado esa fascinante época del año resumida en una palabra inquietante y sinestra:

EXÁMENES.

Pero este año no quiero agobios de ningún tipo, que luego es peor. Simplemente me dedicaré a pasar dos o tres semanas de vida monacal alejada del resto de la humanidad, y que sea lo que tenga que ser. *Suspiro*

Como vivo entre apuntes, libros y demás, la temática académica es la que más se me viene a la cabeza en estos momentos. ¿Y qué está más relacionado con la vida académica que un profesor? Un profesor en condiciones.

*Cri cri cri lejano de un grillo*

Yo creo que para ser profesor hay que tener, sobre todo, mucha paciencia. Muchísima. Ese es uno de los principales motivos por los que yo nunca lo sería. Antes ya pensaba así, pero desde que doy clases particulares, lo tengo más que decidido. De todas formas, hay muchos tipos de profesores, y la condición del alumnado  influye bastante en su proceder. Así, a rasgos generales, podemos encontrar...

1.- El pasota.
Es el típico que suele decir "a mí me da igual que aprobéis o no, porque me van a pagar lo mismo". Muy motivador, si señor. Le da igual ocho que ochenta. ¿Que la clase grita cual jauría de lobos hambrientos? No pasa nada, ya se cansarán. ¿Que un alumno tiene una duda? Que la resuelva con el libro de clase, o que busque en internet... Total... me van a pagar igual.

2.- El extraño.
Aquí hay muchas variedades. Lo mismo te salen con que tienen una colección de veinte calculadoras de la que no paran de presumir continuamente, que te miran de una forma inquietante. Tienen gestos, tics y manías que los delatan, como apuntar sorpresivamente a alguien con el dedo índice o dar golpecitos en la pizarra compulsivamente. Dan un poco de miedo.

3.- El cabrón.
Perdón por la expresión, pero no se me ocurre otra más apropiada. Desde el primer día de clase te dejan bien claro que su asignatura es muy difícil de aprobar. Te quita las esperanzas de salir victorioso del examen, y es capaz de restarte una décima por un fallo minúsculo. Todos lo adoramos, ¿verdad?

4.- El cotilla.
Lo sabe todo de todos: quién está de guardia, la separación del jefe de estudios, que Fulanito ha roto con Menganita y se ha echado una nueva novia, que la de Filosofía se ha comprado un coche... Cuidadito con tenerlo cerca, porque las pilla al vuelo. Es capaz de someterte a interrogatorios de tercer grado dignos del FBI, así, como quien no quiere la cosa.

5.- El misterioso.
Todo lo contrario al anterior. Nos cuesta imaginar su vida fuera del centro de estudio, porque apenas proporciona referencias sobre ello. De pocas palabras, introvertido y escueto, es frecuente verle en lugares apartados, y no suele relacionarse con el resto de profesores. 

6.- El especial.
Sí, todos tenemos a ese profesor que, irónicamente hablando, es especial. A él no le basta con que entregues un trabajo limpio y ordenado, no. Tienes que hacerlo a interlineado doble, grapado y con numeración inferior, con la Arial Black en tamaño 11. O tal vez tienes que borrar la pizarra antes de que entre, para que la encuentre totalmente limpia. O quizás te cambia el nombre y te llama "Encarna" o "José Alfredo" en lugar de tu propio nombre. O suelta expresiones como "eres más hortera que una caja de muertos con pegatinas". Una maravilla.

7.- El loco.
¿El de Filosofía? Tal vez. En mi caso fue el de música. Hablaba solo continuamente, rompía CDs cuando perdía los nervios y nos decía que la culpa de que fuéramos unos futuros delincuentes en potencia era del gobierno. Tocaba la música de los anuncios del Corte Inglés, le molestaba el ruidito del velcro al despegarse y  nos ponía La Bella y la Bestia para sensibilizarnos un poco, porque nos veía caras de bestias pardas. No sé si en realidad ese hombre tenía motivos para estar hasta las narices de mi clase, o más bien estaba un poco trastornado. Quién sabe.

8.- La pija insufrible.
Cada día lleva un modelito distinto. El eco de sus tacones resuena por las escaleras, y las niñas sueñan con tener un vestidor como el suyo algún día. A mí me parece una frivolidad ir a un centro de estudio (y más público) a fardar de las pieles y los abrigos que te compras, pero allá cada uno con sus gustos. Eso sí, la profesora pija de mi instituto se enfadó conmigo un día. Resulta que se puso a presumir de un boli de cristales de Swarovski que le habían regalado, y yo, desde la última fila, comenté con la gente que seguro que era de los chinos. A la tía le sentó fatal, pero el Zas! que le metí me sentó estupendamente.

9.- El troll.
Todos los profesores guardan en su interior un espíritu de troll que sacan a relucir durante el periodo de exámenes. "No, eso no va a caer", suelen afirmar malévolamente. Y luego, cae. Claro que cae, y la cara de pasmado que se te queda no te la quita nadie. Algún día nos las pagarán...

10.- El buen profesor.

Porque, aunque he tenido la desgracia de aguantar a ciertos especímenes de profesores con los que preferiría no haberme topado, también he tenido la inmensa suerte de coincidir con profesores entregados, preocupados por su alumnado, cercanos, amables. Profesores que engrandecen este oficio tan difícil y lo dignifican, que se dejan la voz en cada clase, porque no les importa tirarse una hora entera hablando sin parar. Además, lo hacen con tanta dedicación, que resulta imposible no prestarles atención. Con ellos cualquier asignatura es mucho más atractiva y motivadora, y su cercanía te motiva en los momentos de agobio. Esos son los grandes profesores a los que merece la pena agradecer y recordar.

Y esto es todo. ¿Añadiríais algún tipo más? Seguro que recordáis a ese profe que hizo de vuestros días de clase toda una odisea.

¡Un beso enorme!

viernes, 10 de enero de 2014

"Los años bárbaros", de Fernando Colomo

Creo que he comentado en alguna ocasión que me gusta mucho el cine español. Normalmente, cuando digo esto la gente me mira como si estuviera loca y me responde "¡pero si es malíiiiiiiiiiiiisimo!". Bien, seguidores de Torrente y Penélope Cruz. Minucias.Y que conste que yo respeto todos los gustos y opciones, pero que también me respeten ellos a mí, leñe.


Cada cual tiene sus gustos, y yo, para ver una película con menos argumento que la etiqueta del champú, con efectos especiales hechos a ordenador-que parece que te va a dar un ataque con tanto flash y tanta lucecita- y muchach@s enseñando cuerpo y escondiendo neuronas, prefiero ver una película que me emocione, que me divierta, que me enseñe algo nuevo, que me deleite, que me haga desconectar por un rato y, al mismo tiempo, me permita reflexionar. Y eso, lo he conseguido con grandes películas españolas que se han convertido en mis favoritas. Pero hace ya bastante que hablé de eso.

Hacía tiempo que no veía una buena película española. El otro día empecé a ver por casualidad "Los años bárbaros", en TVE. De esto que son las doce de la noche y te quieres ir a dormir, pero empieza una película y, a lo tonto a lo tonto, te pones a verla. Y te entretiene. Y parece que te gusta. Y oye, que no te despegas de la pantalla.




En esta ocasión, el director es Fernando Colomo. "Los años bárbaros" (1998) está basada en hechos reales. Nos cuenta las peripecias de un par de estudiantes que, en plena dictadura, se fugan del Valle de los Caídos, donde se hallaban recluidos por haber hecho una pintada contra el régimen en la Facultad de Filosofía y Letras (pintada que, por cierto, aún no se ha podido eliminar por completo, ya que fue hecha con nitrato de níquel). Un par de chicas americanas, una intelectual y madura rubia, y una alocada y vivaracha pelirroja, les acompañarán en su huida. La película narra en clave de humor una situación más triste de lo que aparenta en el filme, en la que un par de jóvenes luchan por su libertad. Ni que decir tiene que el hecho de que uno de ellos fuera poeta y escribiera para evadirse de la realidad que le había tocado vivir terminó por cautivarme por completo. Lo interpreta Ernesto Alterio, genio y figura. Tampoco se queda atrás un maravilloso Juan Echanove en el papel del falangista Marquina. En general, todo el reparto es muy bueno, y los escenarios, en su mayoría naturales, nos ofrecen un amplio repertorio de la sociedad y la geografía española de la época. Especialmente bonita la escena en la que se bañan en la playa.




Si os gusta el cine español o queréis darle una oportunidad, tenéis que verla.

Que no os engañen, pues aunque es cierto que hay películas de muy baja calidad, también hay grandes filmes que merece la pena ver.

¡Un beso!

Mar


miércoles, 8 de enero de 2014

Sumersión



Fue sólo un segundo. Sintió una extraña y amenazante presión que la impulsaba al fondo, y un cosquilleo interior la hizo estremecerse. De nuevo, sintió que la sangre se le helaba y el pulso comenzó a pausarse. Apenas podía mover la punta de los dedos con un gracioso tintineo que bregaba por devolverla a la vida.

Pero no podía nadar.

Sus cabellos bailaban en el agua, y su cuerpo se tornaba cada vez más níveo y pesado. Apenas quedaba rastro de color en su tez, y sus ojos permanecían cerrados. Y así, quieta y mecida por la ingravidez acuosa, de dejó llevar, sumergida en un mar de recuerdos. Inmóvil.

Y entonces, su corazón volvió a latir.

Divisó una luz en la superficie, y la figura de una joven mujer que acudía a rescatarla. Su reflejo mismo. Cara a cara con su alma. Comprendió que aún la vida corría por sus venas,  y que sus ojos aún no habrían de abandonarse a la oscuridad. Decidida, comenzó a despertar su cuerpo de su letargo, y con la convicción de que pronto se hallaría victoriosa, se impulsó a la superficie.

Llegó del mar, se reencontró con la vida y sonrió. 

¿Podría haber alguna acción más loable que la de haber vencido a sus demonios y alzarse victoriosa al nuevo día?





lunes, 6 de enero de 2014

Ilusión de Reyes



Cuando era niña, decía que mi cama era un barco de sueños. Leía hasta altas horas de la madrugada, cobijada bajo las sábanas, alumbrando mi lectura con la vieja linterna de mi padre. ¿Qué buen lector no habrá hecho esto en su infancia? Sólo había una noche en la que esta tarea se interrumpía, la Noche de los Magos. Entonces, cerraba los ojos, me concentraba en imaginármelos, y una vez incluso llegué a jurar haber vislumbrado una capa roja en el umbral de la puerta.

No hay magia más encantadora que la ilusión de un niño que, inocente, descubre la vida con ojos sorprendidos.

¡Feliz Día de Reyes!

Mar