"Si lo que vas a decir no es más importante que el silencio, no lo digas"- solía repetir aquel profesor de Matemáticas una y otra vez ante las caras de asombro de sus alumnos. Y cuánta razón tenía. Cuánta.
A veces, las personas que te obligan a esforzarte al máximo, a intentar dar lo mejor de tí aún sabiendo que estás muy lejos de alcanzar tu objetivo, son las que recuerdas con más aprecio.