No hace falta ir muy lejos para llegar al Paraíso. Yo he encontrado el mío propio, donde he pasado algunos de los mejores momentos de mi vida, y no lo cambio por nada.
Las aguas profundas, el terreno pedregoso, el sol poniéndose, varias gaviotas y las risas de unos cuantos niños que juegan en la orilla. La Oreja en el mp4 y los pies cubiertos de arena, el sabor del Nestea bajando por mi garganta y el cuerpo salado. Así, aislada de la urbe y envuelta en la brisa marina, soy feliz.
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