“En la oscuridad puedo colgar en las paredes de mi mente lienzos de colores, en la soledad puedo ver quién soy bajo la piel"
Beatriz y los cuerpos celestes

martes, 22 de octubre de 2013

Carta a mi universidad

Querida UAL:

Me quitas las ganas de seguir aprendiendo, de crecer como estudiante, pero no lo conseguirás. Me agobias diariamente con tu extenuante hedor de cloaca proveniente de tus baños, con tus plagas diarias de moscas y tus colas interminables en la biblioteca para acceder a un portátil. Me cansan los discursos matutinos de tus profesores, lentos y aburridos en su mayoría. Detesto el corporativismo que se huele por tus pasillos, el desdén con el que se mira al estudiante que no camina por el sendero de “lo correcto” y la apatía con la que invitas a todo aquel que lucha por superarse a retirarse.

Preocupada por la situación en la que se encuentra la educación en mi país, empecé a colaborar en el Consejo de Estudiantes para intentar ayudar en lo que fuera necesario. Sin embargo, la estupidez y la desidia de muchos de tus estudiantes, que prefieren dormir en sus camas y permanecer impasibles ante la oscura realidad que tenemos que vivir antes que hacer algo por solucionarlo, me hicieron dudar. Me pesa que no recompenses al estudiante trabajador, y que desoigas las quejas de todo aquel que te reclama cuando algo está mal, cuando es víctima de una injusticia.

Yo no te pago por examinarme, te pago por aprender. Te pago por recibir unos servicios, una atención y una calidad en la enseñanza que no estoy recibiendo. Y, pese a todo, año tras año sigues vaciando mis bolsillos, habida cuenta de tu ignorancia.

Luce esa magnífica fuente recién construida en mitad de tu campus con el dinero que se debería haber empleado en contratar más profesorado, más medios de enseñanza, más material educativo. Sigue presumiendo de ser Campus de Excelencia Agroalimentario. Continúa asignándote medallas, logros vanos. Sigue haciéndonos vivir en una mentira. La realidad es que poco te importa el esfuerzo de tus estudiantes. No hay calidad en tus aulas, ni te responsabilizas de todos aquellos que han de ser expulsados por no poder cumplir con los pagos. Supondrás que eso no es asunto tuyo, pero te equivocas. Todo aquel que está matriculado en tus aulas es de tu competencia, y debes responsabilizarte de él. El alumno que se enfrenta al Defensor Universitario lo hace movido por la injusticia, por ser víctima de la dejadez y la burla de muchos.


No eres la Universidad en la que quiero estudiar, ni proporcionas la educación que deseo ni para mí ni para mis hijos. Sin embargo, eres la única opción que tengo ahora mismo para intentar formarme, para crecer como estudiante. Tan sólo ocúpate de sentar las bases académicas. De los valores y los principios, claro está, ya me ocuparé yo. Siempre he querido superarme, como persona y como estudiante, y puedes estar segura de que tu incompetencia no me paralizará.