“En la oscuridad puedo colgar en las paredes de mi mente lienzos de colores, en la soledad puedo ver quién soy bajo la piel"
Beatriz y los cuerpos celestes

domingo, 23 de junio de 2013

Exams, exams, exams

Mucho estaba tardando, ya lo sé, pero llega esa temida y desalentadora época del año en la que comienzan los...


...EXÁMENES (introducir música de suspense)


Y qué queréis que os diga, llevo mal, pero FATAL, FATAL, que este año no termine hasta julio. Si señores, hasta julio. ¿Pero en qué mente humana cabe prolongar tanto los exámenes? Cada día que pasa comprendo menos esta universidad mía. Pero como no se puede hacer nada al respecto, y  por más que lloriquee la cosa no va a cambiar, sólo me queda hincar los codos durante un par de semanillas y rezarle a todos los santos para que mis profesores tengan piedad.

Así que nos vemos a la vuelta, espero que con buenas noticias, y con ganas de verano y de descansar.

Quien algo quiere, algo le cuesta, así que vamos a por ello.

Un beso. Y deseadme suerte como al soldado que se va a la guerra. Prometo volver : D



domingo, 9 de junio de 2013

Mis openings favoritos de dibujos animados


Estoy empezando a estudiar (o al menos, a hacer un intento de ello) para los exámenes de julio, y la verdad es que ando un poco bastante escasa de imaginación. Como no se me ocurría ningún tema mínimamente interesante sobre el que escribir, he decidido aprovechar la falta de inventiva y subir esa entrada que he tenido durante tanto tiempo en mente sobre los openings de los dibujos animados que más me gustaban de pequeña, a modo de recopilación (qué me gusta a mí recopilar cosas). Si durante los 90s eráis aún pequeños o teníais hermanos menores, seguro que más de uno os sonará ;) He puesto mis favoritos, pero me he dejado algunos en el tintero. Realmente estos eran los que más me gustaban, y guardo muy buenos recuerdos de ellos. Los veía los sábados por la mañana, al volver de jugar en el parque, por las tardes, antes del colegio o durante la merienda... Recuerdos de la infancia : D
Como siempre, se aceptan sugerencias y aportaciones :)

 ¿Cuáles eran vuestros favoritos?
Un beso!


1.- Sailor Moon


2.- Reena y Gaudi


3.- Montana



4.- TPH Club



5.- Azuki


6.- Sakura


7.- Digimon



8.- Lum, la chica invasora



9.-El loco mundo de Tex Avery



10.- Garfield



11.- Ángela Anaconda



12.- Pokemon



13.- Calimero



14.- La Pajarería de Transilvania


 


15.- Dartacan y los tres mosqueperros



 16.- The Wild Thornberrys




17.- Arthur

 


18.- El autobús mágico



19.- Pepper Ann


20.. Los Rugrats


martes, 4 de junio de 2013

Preocupaciones de paso



Estaba yo haciendo una de mis habituales pausas de estudio de hora y media diez minutos, cuando me he encontrado esta enigmática pregunta en Facebook que me ha mantenido pensativa durante buena parte de la mañana:


Y entonces, me he puesto a recordar cómo me sentía yo hace justo un año. Veamos, hace un año... nos situamos en junio de 2012. Tenía dieciocho años, y hacía tres días que se había celebrado mi graduación. Estaba muy contenta porque me habían dado la Matrícula de Honor, y sentía que todo mi esfuerzo se había visto recompensado. Pero eso sí, también estaba triste. Hacía pocos días que había fallecido inesperadamente un profesor al que le tenía mucho cariño, y tampoco terminaba de superar que mi abuela ya no estuviera con nosotros. Además, estaba bastante cansada. Quedaban un par de semanas para la selectividad, y no tenía ninguna gana de abrir un solo libro. Después de un año entero hincando los codos como si no hubiera mañana, mi cuerpo estaba demasiado cansado, y mi mente también. Dormía como una marmota, y tenía constantes dolores de cabeza. Tenía unas ganas impresionantes de que llegara el 22 de junio y poder, por fín, mandar a freír espárragos a los estudios y dedicarme a descansar. Sentía que los días pasaban demasiado despacio, y si por mí hubiese sido, hubiera acelerado el tiempo. Estaba angustiada, porque aun cuando sabía de sobra que no debía preocuparme por selectividad, porque seguro, seguro que iba a aprobar después de las notas que saqué en bachillerato, me agobiaba pensar que apenas estaba estudiando mientras el resto de la gente devoraba los libros. Además, tras terminar mis seis años en el instituto, que no fue precisamente la época más feliz de mi vida, se me vinieron encima miles de recuerdos... la mayoría de ellos, amargos. Trataba de evitarlos a toda costa, pero me resultaba prácticamente imposible. Se amontonaban unos tras otros, como losas pesadas que caían sobre mi cabeza. Pero claro, también conservaba la esperanza de que la universidad me trajera nuevas personas y experiencias mucho más agradables. En lo sentimental, andaba detrás de un chico con el que tuve una relación... complicada. Muy complicada. Todo él era complicado. Nunca os he hablado de ello porque no me gusta implicar a personas de mi entorno en las entradas, pero confieso que es la persona por la que más me ha calentado la cabeza inútilmente en toda mi vida. En fín, historias, experiencias que vivimos.

El caso es que hace un año, yo tenía una serie de preocupaciones e incertidumbres que ya no tengo. Sigo estando orgullosa de las notas de bachillerato, pero como es lógico, la euforia de los primeros días ya ha pasado. Lo de mi abuela ya lo he superado, aunque no dejo de echarla de menos en muchas ocasiones, porque eso es inevitable. Selectividad también pasó, y como yo me temía, fue lo que se dice "un paseo". Efectivamente, hice bien en no matarme a estudiar en los días previos y dedicarme a descansar, porque fue mejor de lo que yo esperaba. Y con la selectividad, claro que llegó el verano, el descanso y todo lo demás. El "trauma" del instituto se quedó en recuerdos tristes que prefiero no recordar. Siempre digo que aquella etapa fue el gran aprendizaje de mi vida, porque ahora no sería como soy si no la hubiese vivido. Y en cuanto al chico complicado, digamos que ahora me pregunto cómo pude ser tan sumamente tonta por calentarme la cabeza por él... Hasta me da la risa. Pero era lo que sentía entonces, lo que quería en ese momento. La universidad, como yo esperaba, ha sido toda una experiencia. Me han pasado infinidad de cosas en los últimos meses, buenas y malas. Y regulares también. Pero ha sido una experiencia totalmente renovadora: nueva gente, un nuevo ambiente, nuevas experiencias. La Mar de hace un año dio paso a una persona diferente, y eso es lo que más me gusta de todo, que ya no soy la de antes. Ahora tengo otras inquietudes, otra forma de afrontar la vida, otros sueños, otras personas, y también otros quebraderos de cabeza. Sí, los años pueden pasar, pero yo seguiré comiéndome el coco como si no hubiera mañana, porque soy así.

¿Qué quiero decir con todo esto? Que los problemas que hoy tenemos, esos que nos parecen tan terriblemente monstruosos, dentro de un tiempo no estarán ahí. Pasarán, para bien o para mal, como pasan muchas de las cosas que tenemos en nuestra vida. Hay otras tantas cosas que permanecen, es cierto, pero esas pequeñas incertidumbres que nos mantienen ahora en vilo desaparecerán en un tiempo. Y si no, haced la prueba. Preguntáos a vosotros mismos cómo os sentíais hace un año, qué cosas os preocupaban, y comparadlo con cómo os sentís ahora. Os daréis cuenta de que muchos de los pequeños problemas que entonces os parecían un mundo, ahora ya ni los recordáis.

Es que la vida es así. Está compuesta por momentos, por experiencias. Ya lo hemos hablado miles de veces. Sin embargo, resulta curioso cómo nos desvivimos por cuestiones que, al cabo de un tiempo, se resolverán sin más. Hablo de los problemas del día a día, claro, no de preocupaciones importantes. Esos pequeños enigmas, esas dudas sin resolver que hoy nos roban el sueño, que nos intranquilizan, desaparecerán, y vendrán otras nuevas. De verdad os lo digo: qué complejo y a la vez que exageradamente interesante es el ser humano.





domingo, 2 de junio de 2013

Mejor Manolo

No sé si os habré comentado alguna vez que soy una fan absoluta e indiscutible de Manolito Gafotas. Yo no sé si Elvira Lindo habrá hecho algún tipo de experimento para conocer tan extremadamente bien la mente infantil, pero lo ha clavado en todos y cada uno de sus libros. Recuerdo que el primer ejemplar que me regalaron fue "¡Cómo Molo!". Tendría yo unos nueve años, y se convirtió en mi lectura favorita. Lo leía a todas horas, una vez detrás de otra. Casi me lo sabía de memoria. Luego llegaron los demás ejemplares, uno tras otro, y terminé de volverme totalmente adicta a ese pequeño gran genio miope que contaba su propia vida con tanto desparpajo. ¿Y por qué me gustaban tanto sus historias? La respuesta es un topicazo, pero no hay otra:  porque me sentía muy identificada con ellas. Manolito narraba los verdaderos pensamientos de un niño de nueve años como nadie. Las cosas que a él le pasaban yo ya las había vivido con anterioridad, y creía que sólo me ocurrían a mí.

Hace unos diez años, se publicó el que todos creían que sería el último ejemplar de la colección. Sin embargo, en 2011 la autora decidió volver a las andadas y satisfacer a sus fans con "Mejor Manolo", el último título publicado. En este libro encontramos a un Manolito (ahora Manolo) de doce años, un poco más maduro y afianzado en su papel de hermano mayor. Manolo ahora tiene otras preocupaciones bastante más alejadas de esas que le mantuvieron en vilo durante su infancia. Por ejemplo, mientras descubre que todos los que están a su alrededor tienen una habilidad especial, él no sabe muy bien si destaca en algo o no.  Y, nuevamente, me he vuelto a sentir identificada con este niño, porque yo también me he hecho la misma pregunta miles de veces. Es más, tengo que reconocer que me emocioné un poquito leyendo este párrafo, porque es el merecido reconocimiento que este personaje recibe después de tantas y tantas venturas:

-Abuelo -le dije- y yo, ¿para qué sirvo?

Me miró y casi se echó a reír.

-Sí, abuelo, lo digo en serio, ¿yo para qué sirvo?

-¿Tú? Pues para ser el consuelo de mi vejez, ¿te parece poco?

-Eso no es servir para algo.

-Tienes razón, además, el día que yo falte tendrás que dedicarte a algo...

-Ay, abuelo, siempre con lo mismo. Di, para qué valgo. Mira el Imbécil lo que sabe de ordenadores, y mira Chirli... Todos le aplauden. Y hasta el Orejones, que siempre ha sido un inútil, ahora se cree alguien.

-¿Quieres que te diga de verdad para lo que sirves?

-Sí, pero de verdad, no en plan peloteo.

-Muy bien, te lo voy a decir de verdad. Hay niños a los que enseguida se les vé para dónde van a tirar. Tu hermano es un genio, eso lo sabemos, aunque sea un egoistón. Y tu hermana es una estrella, eso lo saben hasta los chinos de Rusia. Y el Orejones... no sé si servirá para algo pero si a los doce años lleva ese flequillo con tanto desparpajo seguro que va a saber buscarse la vida.

-Vale, pero.... ¿y yo?

-Pues luego hay niños que nadie sabe para lo que sirven...

-Eso es lo que me pasa a mí.

-Pero, ¿sabes por qué? Porque es muy difícil de explicar lo importantes que son.

-Eso es peloteo. Yo no soy importante.

-Lo eres. Quieras o no. Y todo el mundo te necesita en esta casa. Pero son cosas que nunca se dicen . Nadie va a decir nunca que la vida no sería igual sin este Manolito.


-Mejor Manolo, abuelo.

(...)

No sé si será verdad que soy un tío importante, pero cuando me acosté (...) de la emoción que tenía, no me podía dormir. ¿No te ha pasado nunca que te pones a pensar en que si tú desaparecieras todas las personas que conoces estarían peor de lo que están? Era un pensamiento tan fuerte que creí que me iba a estallar el cerebro.

Manolitolo me ha hecho reír miles de veces, y confieso que de vez en cuando releo sus libros una y otra vez, porque me devuelven una parte de mi infancia y porque me permiten introducirme por un ratito en su mundo, en sus pensamientos. Pero esta vez, este niño me ha  hecho plantearme cuál es el papel de cada quien en la vida.Yo creo que hay que tener en cuenta dos cosas:

1.- Nadie es imprescindible.
2.- Todos estamos en este mundo por algo, ya sea bueno o malo.

Gracias a Manolito (y a Elvira Lindo) por haberme permitido disfrutar de sus miles de aventuras durante todo este tiempo. Y, como afortunadamente, todo lo escrito permanece, espero poder seguir haciéndolo durante mucho tiempo, cada vez que abra uno de sus libros.

¡Un besazo!