“En la oscuridad puedo colgar en las paredes de mi mente lienzos de colores, en la soledad puedo ver quién soy bajo la piel"
Beatriz y los cuerpos celestes

miércoles, 12 de septiembre de 2012

Háblame

Pocas veces nos damos cuenta del poder de la palabra y de la habilidad de un buen escritor para modelarla, para jugar con ella y llegar a cada uno de sus lectores. El lenguaje y la escritura me parecen algo sorprendente. El ser humano necesitó crearlos para comunicarse con sus semejantes, para transmitir a los demás sus ideas y pensamientos. Fuimos evolucionando desde los códigos lingüísticos más elementales hasta las formas más avanzadas de escritura, siendo capaces incluso de crear historias, de impulsar la poesía y la narrativa.

El ser humano tiene en la palabra un arma poderosísima. La lengua, ya sea hablada o escrita, le permite compartir sus emociones, expresar sus diferentes  puntos de vista sobre una materia y relacionarse con quienes le rodean. Hoy, gracias a la existencia de internet, también puede hacerlo incluso con quienes no forman parte de su entorno, tal y como estoy haciendo yo ahora mismo. La palabra limpia, el discurso correcto y bien estructurado es uno de los mayores descubrimientos que una persona puede hacer a lo largo de su vida, pues le abrirá muchas puertas. Podrá adecuar sus palabras en función de sus intereses para conseguir uno u otro propósito. Jugará con diferentes registros, usará diversos rasgos estilísticos que le permitirán dotar a su escritura de un protagonismo inusitado, haciendo que hasta los asuntos más simples y mundanos cobren una importancia desorbitada y consigan llegar a un público cada vez más extenso.

Pensemos en la Torre de Babel. Pensemos en miles y miles de personas tratando de comunicarse empleando idiomas completamente diferentes. Y pensemos ahora en una persona que hable ocho, diez, once idiomas. Podrá hablar con gente de todo el mundo sin dificultad; tendrá entre sus manos la "llave mágica" que le permitirá conocer lugares, culturas y personas que nada tienen que ver con su forma de vida. Podrá conocer, descubrir cómo es el mundo y lo que le rodea, y todo gracias a sus conocimientos de idiomas.

Es por todo ello que me encanta la lengua, adoro la escritura y me parece fascinante el aprendizaje de idiomas. Quizás no siempre lo percibamos por lo común del concepto, pero hablar, en el sentido más estricto de la palabra, es mucho más que poner en funcionamiento nuestras cuerdas vocales o tomar lápiz y papel. Es aprender, descubrir, compartir y transmitir. Es vivir.

¿Y a tí? ¿Te gusta leer y escribir? ¿Te gustaría aprender algún idioma?