“En la oscuridad puedo colgar en las paredes de mi mente lienzos de colores, en la soledad puedo ver quién soy bajo la piel"
Beatriz y los cuerpos celestes

jueves, 29 de marzo de 2012

Estúpido baile de medianoche




Hubiese sido más facil cerrar los ojos,
imaginar que tú ya no eras el de entonces,
y llorar amargamente al despedirte.

sábado, 24 de marzo de 2012

Y de nuevo, tu mirada (I)

Árboles, señales de stop y de ceda el paso y varios niños de camino al colegio se sucedían unos tras otros, veloces. Beatriz los contemplaba con expresión indefinida desde el cristal del autobús empañado por el vaho. Alzó la mano y dibujó un corazón, gesto que siempre repetía al suspirar sonoramente durante los trayectos matutinos. El corazón. ¿Qué es un corazón? El que ella había dibujado no se parecía en nada a ese órgano vital que bombea sangre y nos da la vida. Se parecía más bien a una patata con un surco en la parte superior. "Qué estupidez"- pensó, y se acurrucó en su asiento. El autobús iba casi vacio, cosa poco usual en cualquier día laboral, pero normal en la línea universitaria después de los exámenes. Pensaba asistir a un par de clases y volver a casa lo antes posible. Aquel era un día triste y raro, y no estaba para muchas alegrías. Las canciones de su mp4 la tenían absorta en sus pensamientos, completamente ajena a cualquier otra cosa. Sin embargo, ninguna parecía convencerla, y presionaba con cierta rabia el botón del aparato para pasar las pistas rápidamente. Así se sentía ella en ese momento de su vida, descartando una posibilidad tras otra, sin un lugar en el que asentarse y ser feliz de una vez por todas.




Beatriz nunca creyó en el destino. "Eso se lo dejo a las brujas y a las quinceañeras de mi barrio"-solía afirmar con cierta frivolidad. Sin embargo, el destino empezó a creer en ella aquella mañana gris de noviembre, cuando "Vanilla Twilight" comenzó a sonar en el reproductor. Esta vez, sus dedos se detuvieron en el aire antes de pasar la canción, inmóviles, incapaces de avanzar. No se acordaba de que esa música, precisamente esa, aún permanecía guardada en aquel aparatejo. "Y pensar que ya ha pasado un año"- pensó al escuchar los primeros cincuenta y cinco minutos. Pues sí. Un año, justo un año antes, se apartó de ÉL, de una de las personas a las que más quería en el mundo. Y mira que era arisca la tía, pero le quiso como a nadie. Bueno, en aquel entonces, no le supo querer. Beatriz fue egoista y caprichosa, y le hizo daño. ÉL no aguantó más y la apartó de su vida, muy educadamente, eso sí. Se arrepintió, mucho, mucho. Tanto que empezó a temer por su salud mental, pues no hacía más que martirizarse con la idea de haberle traicionado así. "Tarde, Beatriz. Llegas muy tarde. Cobarde"- le susurraba el corazón antes de hacerse un ovillo en la cama y llorar silenciosamente.




"Cause the spaces between my fingers right where yours fit perfectly"-decía la canción. Y justo entonces, pasó algo digno de aparecer en una comedia americana, de esas que no figuran entre los grandes clásicos del cine pero que nos entretienen durante una tarde aburrida. El vaho del cristal se evaporó completamente, y apareció ante los ojos de Beatriz un chico alto, moreno, de unos diecinueve años, con una carpeta en las manos, parado ante  el paso de peatones. Podría haber sido cualquiera de los miles de jóvenes que vivían en aquella aburrida ciudad, pero entonces Beatriz no se hubiera fijado en él ni de coña, aunque obervadora era un rato. Era ÉL. "Me estoy volviendo loca"-pensó mientras se ajustaba las gafas de intelectual miope.

 "Increíble. Hoy hace justo un año que no le veo, que todo acabó. ¿Por qué me tienen que pasar estas cosas a mí? Ay, Dios mío. Con lo poquito que creo en tí a veces y la falta que me haces ahora. De aquí no me muevo. ¿Qué va a pensar de mí? Dirá que estoy desesperada, que le persigo, o qué se yo. No, aquí me quedo. (...) Mírale. Parece nervioso. ¿Cómo le irá la carrera? Siempre ha sido de buenas notas. Ay. Escribo a la Super Pop, y no se lo creen. Joder, Beatriz, deja de pensar y haz algo de una buena vez. ¡Reacciona! El semáforo se va a poner en verde en pocos segundos. Haz algo, por lo que más quieras".

Y entonces, Beatriz suspiró, la canción terminó, y ÉL cruzó la calle.

¿Continuará...?


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PD: Soy una romántica empedernida, ya os iréis dando cuenta. No suelo escribir y sé que tengo mil fallos, pero me gustaría saber vuestra sincera opinión, tanto si es buena o mala, porque quiero aprender. Si es mala me hundirá un poquito la moral, pero será edificante. Y si es buena, mejor que mejor. En cualquier caso, os lo agradeceré muchisimo. Por cierto, ahí van las fotos de mi alter ego que os prometí hace poco. Es ella la que hace que se me vaya la pinza y me invente estas historias tan... tan mías. 





domingo, 18 de marzo de 2012

Me río de mí

Todavía recuerdo la primera vez que ví el monólogo de Dani Rovira, "Mi familia y yo", a través de Youtube. Creo que pocas veces en mi vida me habré reido tanto como entonces, os lo aseguro. Se me saltaban las lágrimas de la risa, y las carcajadas duraron incluso varias horas después de verlo.

Otro monólogo memorable es el de "Los Americanos", más conocido como "Aiguantulivinamerica", de Goyo Jiménez. Todos lo que lo han visto coinciden en que es un de los mejores en su género, único e inigualable.




Pero... ¿qué tienen estos dos monólogos en común y por qué nos hacen proferir las más sonoras carcajadas? No sólo están interpretados por unos de los mejores monologuistas de este país, sino que además guardan un secreto: ambos nos representan a nosotros, a los ciudadanos de a pie, tal y como somos, y eso es lo que nos hace gracia. Nos parece cómico ver a ese simpático Dani Rovira relatar minuciosamente con ese acento malagueño uno de los ataques de histeria de su madre durante una comida familiar ante la mirada perpleja de un mini-Dani "infantil, pueril, osado, e iluso", o ver cómo Goyo Jiménez describe de pe a pa las costumbres más prehistóricas y ancestrales de un español al levantarse o al trabajar, con esa mala leche que destila desde primera hora de la mañana. 

El fenómeno es simple pero curioso: nos hace gracia vernos reflejados en los chistes y monólogos. Pensamos que hay cosas que sólo nosotros hacemos, y corroborar que no sómos los únicos en realizar una acción cuanto menos peculiar como pedirle a nuestra madre la leche para desayunar bostezando cual rey León ante el espejo o escaquearnos habilmente el día de las notas ante su mirada asesina nos hace partirnos de risa. Es un humor sano, un humor realista y agradable. 



Ejemplos hay muchos más. Como buena almeriense que soy, no pude sentirme más identificada con "Vivir en Almería", de Pepe Céspedes, que es un retrato completísimo del almeriense "de toda la vida", igual que sevillanos, gallegos o extremeños probablemente lo harían con cualquier monologuista de su tierra.

Y es que no hay nada mejor que reirse de uno mismo: te liberas, sacas todo lo que llevas dentro y te sientes mejor. Es la mejor terepia que puede existir, sin ninguna duda.

 



domingo, 11 de marzo de 2012

Frustraciones del día

Resulta frustrante...

...ver que no consigo traducir correctamente un texto en inglés de 2º de Bachillerato porque he perdido mucho nivel.
... darme cuenta de que una de las carreras que me gustaría estudiar -Psicología- no tiene futuro.
...que en esta sociedad actual se valore a las personas por su dinero.
... que a  nadie de mi entorno le gusten la música clásica, la lectura y los articulos de opinión.
... que te pongan "etiquetas", que te enmarquen en un grupo al que no perteneces sin esforzarte por conocerte mejor.
... sentirte sola en medio de un montón de gente.
... echar de menos a personas que no volverán a estar contigo (te quiero, abuela).
... que todo te desmotive, incluso aquellas actividades en las que antes sobresalías (el estudio incluido).
... que haya tanta gente falsa en el mundo.
... que tengamos que asistir diariamente a seis horas de clase con personas a las que les somos indiferentes.
... que tu padre cobre un sueldo mísero luego de toda una vida trabajando duramente.
... que te de la sensación de que todo es siempre igual, de que nunca cambia nada.
... que veas como pasan los días sinque tú los disfrutes ni nadie te dé la oportunidad de poder hacerlo.
... que hayas perdido a una persona a la que realmente querías por tu estupidez.
... que mañana sea lunes.
... que tus  profesores te valoren sólo por la nota de tus exámenes.
... que vivas en una ciudad tan extremadamente pequeña y aburrida.
... que tengas que pasar toda tu vida en ella.
... que existan días raros, grises y monótonos como el de hoy.

Y otro día, si mi ánimo mejora, escribiré la lista de cosas positivas. Hoy no doy para más.

Mar.



domingo, 4 de marzo de 2012

Apuntes nocturnos

Segundo de Bachillerato suele ser uno de los cursos más memorables en la vida de un estudiante. Memorable por lo que representa, claro está. No es fácil hacerle frente, y muchos sucumbimos a los momentos de agobio y bloqueo cuando sentimos que no podemos más. ¿Qué hacer entonces?



Es un curso muy completo. El temario se amontona en cuestión de pocos meses, y en ocasiones sientes que te van a faltar horas del día para estudiar. Estudiar. Estudiar, estudiar y estudiar. Es una obsesión, creedme. Pero claro, todo lo que recibamos en exceso acabará por dominarnos, por no dejarnos vivir en paz... y eso no es bueno.

La rutina puede llegar a ser nuestra peor enemiga: despertador, seis horas de clase, comida, ratito de ordenador, estudio, cena, ducha y estudio (en ocasiones, hasta altas horas de la madrugada). De las salidas nocturnas y momentos de esparcimiento despídete hasta las épocas de menos exámenes o vacaciones. "No te agobies, que no es para tanto", dicen muchos. "Tómatelo más tranquilamente, hay cosas peores", aconsejan otros... y llega un momento en que no sabes si tienen razón o no. ¿Me estaré volviendo loca? 

Si es que ya lo sabía yo. Sabía que esto iba a ser duro, y que tendría malos momentos, situaciones en las que no podría más. Es justo eso lo que me pasa ahora mismo. Estoy bloqueada. Me cuesta la misma vida ponerme a estudiar, y de mantenerme mejor no hablemos. Horror. Un ratito en el ordenador se convierte en una larga media hora, y los contenidos a estudiar bailan por mi mente sin encontrar un lugar fijo en el que asentarse para salir a la luz ante el temido examen. "Te estás volviendo una chica mala, Mar"- murmura mi alter ego cuando suspiro sonoramente y apago la luz del flexo. La siguiente imagen es bastante representativa:



El esfuerzo empleado en este curso es inmenso, y en ocasiones no se valora como debiera. Y mientras tanto, yo me devano los sesos haciendo esquemitas y levantándome temprano tras haberme acostado a las mil y una de la noche. ¿Merece la pena?

Pues sí, merece la pena. Merecen la pena los dolores de cabeza, las primeras horas de clase con los ojos inyectados en sueño, la muñeca abierta de tanto escribir, los mini ataques de nervios ante un final... Todo merece la pena cuando terminas y sabes que has hecho las cosas bien, que nadie puede arrebatarte lo que te mereces, lo que tú solita has conseguido. (De nuevo, mi alter ego tratando de persuadirme para que cierre esta entrada de blog y me ponga a estudiar Francés).

 PD: Otro día os enseñaré los dibujos de mi alter ego en la agenda. No penséis que soy una mala estudiante... es internet, que me corrompe :P