“En la oscuridad puedo colgar en las paredes de mi mente lienzos de colores, en la soledad puedo ver quién soy bajo la piel"
Beatriz y los cuerpos celestes

domingo, 18 de marzo de 2012

Me río de mí

Todavía recuerdo la primera vez que ví el monólogo de Dani Rovira, "Mi familia y yo", a través de Youtube. Creo que pocas veces en mi vida me habré reido tanto como entonces, os lo aseguro. Se me saltaban las lágrimas de la risa, y las carcajadas duraron incluso varias horas después de verlo.

Otro monólogo memorable es el de "Los Americanos", más conocido como "Aiguantulivinamerica", de Goyo Jiménez. Todos lo que lo han visto coinciden en que es un de los mejores en su género, único e inigualable.




Pero... ¿qué tienen estos dos monólogos en común y por qué nos hacen proferir las más sonoras carcajadas? No sólo están interpretados por unos de los mejores monologuistas de este país, sino que además guardan un secreto: ambos nos representan a nosotros, a los ciudadanos de a pie, tal y como somos, y eso es lo que nos hace gracia. Nos parece cómico ver a ese simpático Dani Rovira relatar minuciosamente con ese acento malagueño uno de los ataques de histeria de su madre durante una comida familiar ante la mirada perpleja de un mini-Dani "infantil, pueril, osado, e iluso", o ver cómo Goyo Jiménez describe de pe a pa las costumbres más prehistóricas y ancestrales de un español al levantarse o al trabajar, con esa mala leche que destila desde primera hora de la mañana. 

El fenómeno es simple pero curioso: nos hace gracia vernos reflejados en los chistes y monólogos. Pensamos que hay cosas que sólo nosotros hacemos, y corroborar que no sómos los únicos en realizar una acción cuanto menos peculiar como pedirle a nuestra madre la leche para desayunar bostezando cual rey León ante el espejo o escaquearnos habilmente el día de las notas ante su mirada asesina nos hace partirnos de risa. Es un humor sano, un humor realista y agradable. 



Ejemplos hay muchos más. Como buena almeriense que soy, no pude sentirme más identificada con "Vivir en Almería", de Pepe Céspedes, que es un retrato completísimo del almeriense "de toda la vida", igual que sevillanos, gallegos o extremeños probablemente lo harían con cualquier monologuista de su tierra.

Y es que no hay nada mejor que reirse de uno mismo: te liberas, sacas todo lo que llevas dentro y te sientes mejor. Es la mejor terepia que puede existir, sin ninguna duda.