“En la oscuridad puedo colgar en las paredes de mi mente lienzos de colores, en la soledad puedo ver quién soy bajo la piel"
Beatriz y los cuerpos celestes

domingo, 27 de mayo de 2012

In Memoriam

No es fácil expresar tus sentimientos cuando te sientes triste tras haber ocurrido algo inexplicable, algo muy doloroso. No es mi estilo escribir entradas lacrimógenas en este blog ni nada por el estilo, y me gustaría que mi primera entrada tras los exámenes finales fuera mucho más agradable, pero la vida y sus avatares no esperan, y considero que sólo a través de la escritura podré rendirle un pequeño homenaje a una gran persona que ya no está.

Paco A. era una gran persona. Llevaba tan sólo un año de profesor de Física y Química en el IES Celia Viñas, pero en pocas semanas logró hacerse con el cariño de todos, profesores y alumnos. A mí personalmente no me dio clase, pero desde que le conocí me pareció siempre una persona afable y cercana. Alguien excepcional. Se portó genial con todos los alumnos en el viaje de estudios de febrero a Madrid, con esa simpatía que le caracterizaba. Tanto él como su mujer, Fernanda, mi profesora de Arte, por quien profeso un cariño muy especial, se han convertido en dos personas muy especiales en nuestro instituto.

Recuerdo algunos momentos con él. Por ejemplo, el día que le conocimos, cuando bajó al aula de Arte, situada en el sótano, para arreglar con toda la disposición y la amabilidad del mundo ese ordenador que tantos quebraderos de cabeza nos ha dado a lo largo del curso. También recuerdo esos cuatro días de viaje en Madrid, Toledo y Segovia, cuando amenizaba los largos trayectos en autobús, cuando me tranquilizó en un momento dado en que me puse muy nerviosa por circunstancias ajenas a mí, o cuando incluso entró en nuestra habitación con su mujer y otros dos profesores a tomarse un refresco y charlar tranquilamente con nosotros. Recuerdo también la mañana en el Prado, cuando se quedó asombrado ante las explicaciones que su mujer daba sobre las pinturas expuestas, o cuando me hizo varias preguntas sobre "El jardín de las delicias", de El Bosco, por no mencionar la tarde en el Palacio de Oriente, donde tantas cosas aprendimos.

Desde entonces, nuestra relación con Paco fue haciéndose más cercana. Siempre que nos veía por los pasillos nos saludaba cariñosamente, deseándonos suerte para los exámenes. Era alguien excepcional. Lo decía mientras aún vivía, y lo mantengo ahora que ya no está. El Celia Viñas nunca le olvidará.

Yo quisiera enviar desde aquí mi más sentido pésame a su familia y muy especialmente a Mª Fernanda, esa profesora a la que yo tanto quiero. Ella era la persona a la que yo elegí para que me pusiera la beca en mi graduación. De hecho, el momento en que se lo pedí fue el último en que ví a Paco. Sabíamos que su operación era delicada, pero jamás imaginamos este final.

Me gustaría recordar a este gran hombre con cariño, con alegría, porque así era él. Es inevitable sentir tristeza ante la partida de alguien tan querido, pero una persona tan excepcional como él merece ser recordada como realmente era, como alguien único a quien echaremos mucho de menos.

Hace tiempo que dejé de creer en Dios, pero si es cierto eso que dicen de que existe un sitio mejor, alejado de este mundo de banalidades y felicidad efímera, espero que Paco se encuentre allí, tranquilo, sonriendo, feliz. 

Hasta siempre, profesor.