“En la oscuridad puedo colgar en las paredes de mi mente lienzos de colores, en la soledad puedo ver quién soy bajo la piel"
Beatriz y los cuerpos celestes

lunes, 30 de septiembre de 2013

Vueltas, y vueltas, y más vueltas


A veces me gustaría ser como una de esas personas simples que no se cuestionan absolutamente nada. Dejaría de darle miles de vueltas a la cabeza, no me inquietaría nada que pudiera perturbar mi vida lo más mínimo, y sería feliz siguiendo una cierta rutina. Y ya está, no habría más. Sin embargo, soy extremadamente complicada. Yo no le doy vueltas a las cosas, no. Las enmaraño de tal manera que muchas veces creo que soy yo misma la que empeora las situaciones. A mí no me sirve eso del "hakuna matata", el dichoso "Carpe Diem" ni ningún otro dicho popular que se suela comentar cuando una persona esté preocupada por algo. Parece que si no le doy trescientas mil vueltas a una cosa no me quedo tranquila; es como si me faltara algo.

Vueltas, vueltas y más vueltas. 

"Ese amigo ha pasado por mi lado y no me ha saludado, ¿estará enfadado conmigo?"
"Hoy esta compañera me ha mirado de forma extraña, ¿le caeré mal?" 
"Tengo diecinueve años y no he encontrado aún mi verdadera vocación. ¿Estaré perdiendo el tiempo con lo que estoy haciendo ahora mismo?" 
"Esta persona, que tan importante es para mí, parece angustiada o preocupada. ¿Será por mi culpa? ¿Se aburrirá conmigo? ¿No le doy todo lo que le podría dar?" 

¿¡Qué acabas de decir?!


Y así, hasta seguir con un largo etcétera. Quizás me preocupo demasiado por lo que piensen los demás de mi, pero es algo que no puedo evitar. Quisiera ser más sencilla, no debatir interiormente todas aquellas cuestiones que no dejan de ser cosas sencillas, asuntos simples, que no merecen tanta atención... Pero no puedo. Nací aprensiva, y creo que así seguiré. Todo lo cuestiono, todo lo meto en esa especie de "batidora" que tengo en mi cabeza, que adereza cualquier asunto con alguna que otra inseguridad, resultando una mezcla que en raras ocasiones es capaz de devolverme la tranquilidad y alejarme de los problemas. 

He intentado cambiar muchas veces, pero siempre ha sido inútil. Tal vez deba aceptar que soy así, que está en mi naturaleza temerosa  e insegura hacerme miles de preguntas sobre las cosas más simples. A pesar de todo, he notado que en los últimos tiempos la seguridad en mí misma ha aumentado, pero no tanto como me hubiese gustado. Inconformista de mi... Basta, Mar. Dale al stop por un momento. Por favor.

Querida Rapunzel, ¡no sabes cómo te entiendo!