“En la oscuridad puedo colgar en las paredes de mi mente lienzos de colores, en la soledad puedo ver quién soy bajo la piel"
Beatriz y los cuerpos celestes

miércoles, 3 de octubre de 2012

Conductor... acelera si puedes

En la entrada anterior comenté a grandes rasgos mis primeras experiencias universitarias. En esta voy a intentar profundizar un poquito más, aunque lo que escriba aquí no dejarán de ser esas primeras impresiones que con el tiempo se van quedando en el recuerdo, porque hay que ver lo diferente que nos puede parecer una situación una vez que hemos pasado bastantes veces por ella.


Como ya dije, estoy harta del autobús. Y que conste que no estoy muy por la labor de quejarme, porque yo vivo en el centro y sólo tengo que aguantar media horita de trayecto. Los que vienen de la provincia soportan estoicamente hasta hora y media de trayecto, pero eso no quita que los que venimos del centro nos planteemos hacer un muñequito vudú en honor al director de Surbus cada vez que nos subimos al bus. Y es que no hay derecho a que recorten también líneas de autobuses y que éstos tengan que ir a rebosar a cada mañana.

Me aferro a una de las barras como si del borde de un precipicio se tratara, hago verdaderos movimientos de break dance cuando pasamos por una rotonda, -porque señores, en Almería hay cincuenta mil rotondas- y las paso canutas para sacar el bonobús de la cartera, sostener la carpeta, cerrar el bolso, soportar los empujones del de detrás y dar un pequeño saltito cuando atravesamos uno de esos "macrobaches" o badenes que hay en esta ciudad. Me he vuelto una experta en apretar la barriga para dejar pasar a alguien  y me siento cual esquiadora cuando me toca situarme en la parte central del bus con las piernas un pelín abiertas para mantener el equilibrio. Hoy mismo, estando en esa misma postura, le he pegado un empujón al chico de atrás por culpa de un frenazo que casi nos hace comernos la marquesina trasera. Al final del trayecto, cuando cada uno pretendía irse por su lado, hemos tenido que retroceder bruscamente al comprobar que su camisa se había enganchado ligeramente en la cremallera de mi bolso. Él casi se queda sin camisa, y yo sin paciencia.

Eso por no hablar de la fauna que habita estos archiconocidos medios de transporte. ¿Y como es esa fauna? Pues el usuario medio es un joven universitario de veinte años con un móvil de esos supermegachachis de última generación y una carpetita, y, en el caso de las chicas, una joven de unos diecinueve años, con su correspondiente móvil de divina de la muerte, dos litros encima de colonia dulzona del Mercadona y una cantidad ingente de rímel sobre unas pestañas tan curvadas que casi les rozan las cejas. Yo me salgo de la media, aunque en mi contra tengo que decir que soy una torpe sin remedio que atropella a más de uno cada dos por tres.

Mis compañeros y yo esta mañana en el autobús.
Pero, sin lugar a dudas, lo que más me inquieta de mis viajes en autobús es esa gente que desde primera hora de la mañana habla a voces. Y no de cualquier tema, claro, sino de la mayor chorrada que te puedas imaginar. Normalmente se trata de dos chicos que comentan a voz en grito el número de tías que han caido en sus redes durante el fin de semana o sobre la cantidad de gente que puede ir subida en el autobús en ese momento. En algunos casos incluso se lanzan a la aventura a intentar contar las cabezas, pero no discretamente, nooooo...  

"¡¡¡UNO!!!, ¡¡¡DOS!!!, ¡¡¡TRES!!! (...) ¡¡¡QUINCE...!!! Osti tio, ya me he perdío. Voy a empezar otra vez. ¡¡¡UNO...!!!"

Dejando el tema del autobús aparte, que ya me crispa lo suyo, diré que el ambiente de la universidad en general me está gustando. La gente es maja (aunque habrá de todo) y hay mucha más libertad que en el instituto. Muchísima. Lo que no me gusta es que los profesores que dan clase a primera hora no avisen previamente en el aula virtual de que no habrá clase al día siguiente, pero por lo demás estoy a gusto y no me quejo. Es más, me siento privilegiada. No todo el mundo puede ir a la universidad. Hoy en día lo vemos como algo rutinario, como un mero trámite que realizas al terminar el instituto, pero yo creo que es mucho más que eso. Antaño las familias más desfavorecidas se las veían negras para pagarle los estudios al hijo mayor o al más entregado a la labor intelectual. Sólo queda cruzar los dedos para que no retrocedamos en el tiempo.



Y bueno, tras esta perorata que acabo de soltar puedo dar por concluidas mis segundas reflexiones universitarias, aunque más bien parece que he redactado una carta de reclamación al servicio de atención al cliente de Surbus, pero bueno, son gajes del oficio y hay que aguantar con ellos. ¡Ojalá que todos los problemas fueran como este!

Nos vemos pronto. ¡Cuidáos mucho y seguid escribiendo! Y es que, como dice uno de mis profesores, "el conocimiento os hará libres".

6 comentarios:

  1. Yo también tenía ese problema con el bus, aquí donde yo soy es una calle larga, muy larga, y cuando el bus llegaba abajo al final de mi calle no es que fuéramos apretados, es que muchas veces ni nos podían abrir las puertas, y a esperar otra vez el bus en pleno invierno. En fin... Me he reído mucho con los chicos cuentacabezas, por lo demás, me alegro que de momento te esté gustando la experiencia. Biquiños!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Es un rollo esto del autobús, pero poco a poco me iré acostumbrando. Gracias por pasarte! ;) un besito

      Eliminar
  2. Jaja, qué espabilado tu profe, que sepas que las palabras "la verdad os hará libres" (cambiando conocimiento por verdad, pero se ve el parecido xD) son de la Biblia. xD

    En fin, sé perfectamente de lo que hablas porque yo también voy en autobús a la universidad, y eso que vivo en la misma ciudad y es uno metropolitano y un trayecto de unos 15 minutos. Pero aún así, cogerlo en hora punta cuando va lleno hasta la bandera es un suplicio. xD

    Y en cuanto a la normalidad de ir a la universidad tranquila, que ya se está encargando el PP de que volvamos a los tiempos en que ser universitario era todo un privilegio... :-/

    Besos.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Jajaja ya decía yo que me sonaba... En cualquier caso, es una verdad como un templo.

      Los autobuses en hora punta son lo peor de todo esto, pero es cuestión de práctica. Temo por los recortes en educación y por la subida de las tasas, pero somos muchos los que haremos hasta lo imposible por seguir estudiando.
      Un beso y gracias por pasarte!

      Eliminar
  3. "Él casi se queda sin camisa, y yo sin paciencia" Pensé que tras esto vendría un relato erótico. Me he quedado con las ganas.
    Yo aún no me he encontrado con "cuentacabezas" en ningún autobús, lástima xD.
    En cuanto al conocimiento...no sé yo si nos hace libres del todo, ¿eh? Pero si responsables...
    ¡Espero verte pronto!
    Un abrazo :)

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Yo también pensé que él se volvería hacia mí con sus deslumbrantes ojos aguamarina y sus gruesos labios ardientes, pero resultó ser un orco que simplemente dijo "uy! t´has enganchao".
      Espero verte por allí. "Búscamee, como la noche busca a la mañanaa" (8)

      Un bisou ~

      Eliminar