“En la oscuridad puedo colgar en las paredes de mi mente lienzos de colores, en la soledad puedo ver quién soy bajo la piel"
Beatriz y los cuerpos celestes

sábado, 31 de diciembre de 2011

Vete... y no vuelvas

Quedan escasas horas para despedir al 2011, un año fatídico para muchas personas... y para mí también. Los que me conocen saben que soy un tanto pesimista, pero en esta ocasión no exagero: ha sido el peor año de mi vida, y con diferencia. En este año he vivido malas experiencias, y la vida me ha dado golpes muy duros que he tratado de afrontar con la mayor entereza posible. El tiempo dirá si lo he conseguido o no.

Me he enfrentado a una clase desastrosa, he tenido que soportar la enfermedad y la muerte de mi abuela, la enfermedad de mi tío y los problemas económicos en casa, entre otras cosas. En muchísimas ocasiones me he sentido perdida, sin saber qué camino tomar, qué hacer o qué decir. Me he sentido paralizada, sin fuerzas para continuar ante la desgracia. Pero si realmente hay algo positivo de todo esto, es que he aprendido a valorar con creces los escasos buenos momentos que la vida nos regala, a diferenciar las cosas insignificantes de los problemas que realmente merecen nuestra preocupación. La tristeza se hace presente en nuestro camino, y a veces es imposible esquivarla, pero hay que aprender a vivir con ella en los momentos difíciles, porque no nos podemos hundir.




Yo no me rindo, lo tengo muy claro. Siempre me he repetido a mí misma que en esta vida hay que seguir adelante pase lo que pase. Agradezco infinitamente a las personas que han estado conmigo en los momentos más difíciles su apoyo incondicional, que para mí vale millones. Gracias por cada abrazo, por cada palabra de ánimo, por cada mirada de comprensión incluso en aquellas ocasiones en las que no podíais ni imaginar lo mal que me sentía.

No olvido los escasos buenos momentos que he tenido este año: las buenas notas (que sangre, sudor y lágrimas me costaron, por cierto), las tardes en la playa, las quedadas en la Cabaña en verano, las risas en los recreos... Por supuesto que siempre atesoraré esos recuerdos en mi corazón, pase lo que pase. Somos el reflejo de lo que hemos visto y de lo que hemos vivido.



¿Qué le pido al futuro? Estoy confusa. Pero ahora sé que tengo que ser valiente, porque la vida no es para los cobardes. No necesito un 1 de enero para cambiar mi vida y ciertos aspectos de mi personalidad, pero aprovecharé la coyuntura, como tantas personas en el mundo, para comenzar a intentarlo.

Mi mayor deseo es que las personas a las que yo quiero estén bien, por encima de todo. 

2011, vete. Vete, y por lo que más quieras, no vuelvas. No vuelvas porque tu sólo recuerdo me produce escalofríos y hace que me den ganas de llorar. De llorar amargamente y anclarme al pasado... y tengo que continuar.

The show must go on. Siempre.

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