“En la oscuridad puedo colgar en las paredes de mi mente lienzos de colores, en la soledad puedo ver quién soy bajo la piel"
Beatriz y los cuerpos celestes

sábado, 6 de octubre de 2012

Life

Después de leer esto quizás muchos piensen "parece que has descubierto la pólvora" porque mis reflexiones ya las hizo en su día el gran Ortega y Gasset y muchos de los filósofos mundanos que podemos encontrarnos a pie de calle -nosotros mismos, por ejemplo-, pero lo cierto es que ahora me pregunto más que nunca de qué manera nuestras circunstancias pueden condicionar nuestra forma de ver la vida y nuestro carácter.

¿Qué pasaría si elimináramos de nuestra vida o de nuestro "expediente vital", por así decirlo, las experiencias que hemos vivido (buenas y malas), las personas que hemos conocido y la suerte que hemos tenido? ¿Con qué nos quedariamos? ¿Hasta que punto intervienen nuestro entorno y nuestras circunstancias en nuestra manera de ser? Siempre he pensado que "somos lo que hemos visto y lo que hemos vivido", que nos hacemos a nosotros mismos a lo largo de nuestra vida, que crecemos como personas cuando atravesamos experiencias difíciles y que adoptamos una actitud más optimista cuando alcanzamos nuestros logros. 
Considero que no nacemos con un carácter predefinido, sino que éste se va forjando con el devenir de los años y con todo lo que vivimos. Tienen mucha relación con nuestro carácter nuestro entorno, las personas más allegadas a nosotros, la vida que nos haya tocado en suerte vivir. Nadie es más o menos simpático, antipático, arriesgado o pesimista por casualidad, sin más. Todos tenemos una historia que nos va dejando cicatrices, huellas imborrables que nos recuerdan cada día quiénes somos y nos hacen plantearnos quiénes queremos ser.


  

Los errores que cometemos son sólo accidentes en el camino que nos recuerdan que somos libres para tomar decisiones. Los objetivos que vemos cumplidos son la prueba de que somos capaces de hacer cualquier cosa por la que luchemos con determinación. A lo largo de nuestra vida conocemos a muchas personas, y todas ellas siempre nos dejan algo de sí mismas. Hay quienes nos tratan como a verdaderos hermanos, nos consuelan y nos animan a seguir. También hay quienes nos hacen daño y nos humillan. Luego están aquellos que pasan sin pena ni gloria, pero que al fín y al cabo han estado ahí. 
De la persona que te hizo feliz quédate con lo mejor, de la que te hizo sufrir quédate con esas enseñanzas tan valiosas que sólo da el dolor, y de la persona que te hizo sentir indiferencia quédate con la gratitud de haberla conocido, de que de alguna manera tú pasaras por su vida y ella por la tuya.

No estamos hechos con el mismo molde ni somos marionetas de trapo. Somos personas que sufren y padecen, que celebran sus victorias, que trabajan duro por su futuro, que conectan con otros e intercambian ideas. Somos libres y estamos vivos. No necesitamos nada más para inspirar con fuerza y marcar las huellas de nuestros pasos en las arenas movedizas del tiempo. 



Playa de "La Térmica", Almería