“En la oscuridad puedo colgar en las paredes de mi mente lienzos de colores, en la soledad puedo ver quién soy bajo la piel"
Beatriz y los cuerpos celestes

sábado, 24 de marzo de 2012

Y de nuevo, tu mirada (I)

Árboles, señales de stop y de ceda el paso y varios niños de camino al colegio se sucedían unos tras otros, veloces. Beatriz los contemplaba con expresión indefinida desde el cristal del autobús empañado por el vaho. Alzó la mano y dibujó un corazón, gesto que siempre repetía al suspirar sonoramente durante los trayectos matutinos. El corazón. ¿Qué es un corazón? El que ella había dibujado no se parecía en nada a ese órgano vital que bombea sangre y nos da la vida. Se parecía más bien a una patata con un surco en la parte superior. "Qué estupidez"- pensó, y se acurrucó en su asiento. El autobús iba casi vacio, cosa poco usual en cualquier día laboral, pero normal en la línea universitaria después de los exámenes. Pensaba asistir a un par de clases y volver a casa lo antes posible. Aquel era un día triste y raro, y no estaba para muchas alegrías. Las canciones de su mp4 la tenían absorta en sus pensamientos, completamente ajena a cualquier otra cosa. Sin embargo, ninguna parecía convencerla, y presionaba con cierta rabia el botón del aparato para pasar las pistas rápidamente. Así se sentía ella en ese momento de su vida, descartando una posibilidad tras otra, sin un lugar en el que asentarse y ser feliz de una vez por todas.




Beatriz nunca creyó en el destino. "Eso se lo dejo a las brujas y a las quinceañeras de mi barrio"-solía afirmar con cierta frivolidad. Sin embargo, el destino empezó a creer en ella aquella mañana gris de noviembre, cuando "Vanilla Twilight" comenzó a sonar en el reproductor. Esta vez, sus dedos se detuvieron en el aire antes de pasar la canción, inmóviles, incapaces de avanzar. No se acordaba de que esa música, precisamente esa, aún permanecía guardada en aquel aparatejo. "Y pensar que ya ha pasado un año"- pensó al escuchar los primeros cincuenta y cinco minutos. Pues sí. Un año, justo un año antes, se apartó de ÉL, de una de las personas a las que más quería en el mundo. Y mira que era arisca la tía, pero le quiso como a nadie. Bueno, en aquel entonces, no le supo querer. Beatriz fue egoista y caprichosa, y le hizo daño. ÉL no aguantó más y la apartó de su vida, muy educadamente, eso sí. Se arrepintió, mucho, mucho. Tanto que empezó a temer por su salud mental, pues no hacía más que martirizarse con la idea de haberle traicionado así. "Tarde, Beatriz. Llegas muy tarde. Cobarde"- le susurraba el corazón antes de hacerse un ovillo en la cama y llorar silenciosamente.




"Cause the spaces between my fingers right where yours fit perfectly"-decía la canción. Y justo entonces, pasó algo digno de aparecer en una comedia americana, de esas que no figuran entre los grandes clásicos del cine pero que nos entretienen durante una tarde aburrida. El vaho del cristal se evaporó completamente, y apareció ante los ojos de Beatriz un chico alto, moreno, de unos diecinueve años, con una carpeta en las manos, parado ante  el paso de peatones. Podría haber sido cualquiera de los miles de jóvenes que vivían en aquella aburrida ciudad, pero entonces Beatriz no se hubiera fijado en él ni de coña, aunque obervadora era un rato. Era ÉL. "Me estoy volviendo loca"-pensó mientras se ajustaba las gafas de intelectual miope.

 "Increíble. Hoy hace justo un año que no le veo, que todo acabó. ¿Por qué me tienen que pasar estas cosas a mí? Ay, Dios mío. Con lo poquito que creo en tí a veces y la falta que me haces ahora. De aquí no me muevo. ¿Qué va a pensar de mí? Dirá que estoy desesperada, que le persigo, o qué se yo. No, aquí me quedo. (...) Mírale. Parece nervioso. ¿Cómo le irá la carrera? Siempre ha sido de buenas notas. Ay. Escribo a la Super Pop, y no se lo creen. Joder, Beatriz, deja de pensar y haz algo de una buena vez. ¡Reacciona! El semáforo se va a poner en verde en pocos segundos. Haz algo, por lo que más quieras".

Y entonces, Beatriz suspiró, la canción terminó, y ÉL cruzó la calle.

¿Continuará...?


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PD: Soy una romántica empedernida, ya os iréis dando cuenta. No suelo escribir y sé que tengo mil fallos, pero me gustaría saber vuestra sincera opinión, tanto si es buena o mala, porque quiero aprender. Si es mala me hundirá un poquito la moral, pero será edificante. Y si es buena, mejor que mejor. En cualquier caso, os lo agradeceré muchisimo. Por cierto, ahí van las fotos de mi alter ego que os prometí hace poco. Es ella la que hace que se me vaya la pinza y me invente estas historias tan... tan mías.